Medio: El Deber
Fecha de la publicación: lunes 03 de junio de 2019
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
Segundo, la lápida del 21-F se la colocó al haber aceptado los grupos políticos opositores participar en las elecciones primarias que tenía un solo objetivo, buscar legitimar la postulación del binomio presidencial actual, dándole un viso de legalidad que los opositores con esa participación le otorgaban. La conclusión de esas dos proposiciones es que sí o sí van a celebrarse elecciones nacionales en octubre de 2019. Gracias exclusivamente a esa actitud calculadora y de intereses personales de grupos políticos y sus candidatos que están a la espera de ver que pescan en su beneficio.
Hay una premisa que no podemos dejar de considerar y es que no va a existir una candidatura de oposición única, eso ocurre en países serios en los que primero están los intereses del país, a nivel doméstico es justamente lo contrario, se lo viene sufriendo desde 1825.
Ante ese silogismo claramente demostrado, a la ciudadanía que le queda, si no apostar que siquiera exista un pequeño rasgo de renunciamiento en beneficio del país, se deberá dirigir toda la estrategia política electoral a la obtención de un número suficiente de asambleístas nacionales que no permitan que el ganador tenga dos tercios y procurar alcanzar la mayor cantidad de representantes legislativos.
Cómo se consigue eso conociendo la mentalidad criolla de primero yo y después yo. Si se piensa en serio en el futuro de Bolivia se debe trabajar en una verdadera ingeniería electoral para poner a disposición los elementos que permitan a los diferentes grupos de oposición con sus candidatos que participaran en las elecciones para obtener conclusiones y recomendaciones posibles.
Esta ingeniería electoral debe partir considerando que los asambleístas nacionales se eligen en la primera vuelta, independientemente si hay segunda vuelta que esta se circunscribe a presidente y vicepresidente. El estudio debe claramente establecer los alcances de votación necesarios para que en el cuadro legislativo no llegue a haber dos tercios de una tienda política. Un elemento a considerar es que debe disminuir la cantidad de candidatos, algunos lo harán para que no desaparezca su sigla y otros van a tener que analizar profundamente su realidad para retirarse. Así esta ingeniería electoral podrá sacar conclusiones más manejables y reales posibles.
Desde ya, creo que esta idea morirá en un mar de informes de ingeniería electoral en directa proporción a la cantidad de tiendas políticas y muy difícil en un estudio encargado de manera única por todos los candidatos.
Antes que nos demos cuenta llegará octubre y habrán pasado cinco meses de estériles discusiones para después echarse la culpa los unos a los otros, cuando en perspectiva todos serán responsables si se presenta el descalabro electoral.