Los antecedentes y la conducta asumida a lo largo de estos trece años no les ayudan a ciertos opositores a marcar una línea que necesariamente pasa por recuperar la democracia, defender la soberanía popular, pero que de incluir también una distancia ideológica con el “proceso de cambio” que lamentablemente no se observa y que hace pensar en el concepto del original y la copia.

En Santa Cruz se nota más que en otros sitios esta suspicacia con los opositores, puesto que esta región ha sido traicionada en varias ocasiones durante estos años traumáticos. Los cruceños están curados contra los falsos autonomistas, contra los que defienden de la boca para afuera el modelo regional basado en la libertad y en la propiedad; contra los empresarios y productores que esperan salvarse del terremoto solo porque están cerca de los gobernantes; contra los que jamás han luchado por frenar la persecución política y los que se han acomodado con el régimen y que hoy son simplemente la otra cara de la misma moneda. 

Pese al falso discurso y al colaboracionismo manifiesto, la ciudadanía no ha torcido su voluntad, ni siquiera cuando hay quienes han apelado al transfugio por conveniencia. Los electores son fieles a sus principios y mientras no encuentren entre los candidatos la genuina voluntad de cambiar de rumbo, de abandonar el barco del socialismo, del populismo, de la connivencia con las actividades ilegales, el narcotráfico, el contrabando y la corrupción, seguirá censurando a los impostores y exigiendo actitudes más claras. 

Esta postura se vuelve más intransigente en la medida que Santa Cruz toma importancia como del departamento que sin duda alguna será determinante en los resultados de la votación. Tanto el volumen de votantes como la gravitación de las ciudades intermedias, las ventajas de la interconexión, la accesibilidad y las mejores condiciones de desarrollo humano, convierten a este departamento en uno de los platos fuertes de la contienda electoral.

Por lo que se ha visto en los últimos días, sin embargo, esta no será una plaza fácil para la demagogia y las falsas posturas, para los que quieren perpetuar la impostura y los fuegos artificiales. Estas serán las elecciones más determinantes de la historia reciente, la democracia y el futuro del país están en juego y los votantes estarán a la altura de esos desafíos.