Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 22 de mayo de 2019
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
La muerte de Banzer, el pésimo resultado electoral de ADN en 2002, el
débil triunfo del MNR, la alianza con el MIR y el NFR, la crisis
estructural del Estado neocolonial-neoliberal, la movilización popular
en todo el territorio nacional sepultó la historia, la estructura y los
liderazgos tradicionales de la vieja derecha de manera definitiva en la
política boliviana.
La democracia como institución política y el pueblo como sujeto soberano de la democracia, de forma pacífica y participativa en las urnas, resolvió la crisis de liderazgo estatal conformando un nuevo gobierno y una nueva mayoría electoral, política y parlamentaria.
En las elecciones de 2005 y 2009, personajes de la vieja política, ahora sin partido político, formaron agrupaciones ciudadanas, impulsaron frentes electorales nacionales como medio de supervivencia política nacional; lo estratégico fue el control político departamental; no abandonan lo nacional, pero su fortaleza es lo regional.
Esta estrategia regional es la primera experiencia electoral de 2014, la alianza frentista entre UN (partido sin militancia pero con mucha capacidad económica) y el MSD, que tiene como base electoral la gobernación de Santa Cruz.
La nueva institución política no es el partido, sino la institución pública. Se empieza a consolidar organizaciones políticas que tienen como núcleo, no la militancia partidaria sino las instituciones públicas subgubernativas. El líder es la principal autoridad ejecutiva de la gobernación o municipio, el partido es la estructura pública de la institución y la militancia mayoritaria de los funcionarios públicos. La validez de la organización no está dada en función de su condición de partido político, sino en la capacidad política de la gestión pública.
Ello implica explícitamente que su temporalidad política depende de su presencia en la institución subgubernativa y no así en su cualidad y capacidad partidaria.
El escenario político para la oposición tiene ahora ésta característica.
La validez de la candidatura de Ortiz es la Gobernación de Santa Cruz, su tiempo político está condicionada no al resultado electoral nacional, sino a que el MSD vuelva a ganar las elecciones en la Gobernación sin Rubén Costas como candidato y dispute a la agrupación de Percy Fernández en el municipio de Santa Cruz de la Sierra.
SOL.bo no depende de su alianza con Carlos Mesa, sino de su viabilidad política también está subordinada al triunfo electoral del municipio paceño sin Revilla como candidato. Con Comunidad Ciudadana obtendrá representación parlamentaria, pero sin su núcleo orgánico, que es el municipio, su futuro será similar al del MSM: esfumarse en el corto tiempo.
El caso de Patzi con el Tercer Sistema es aún más crítico, porque su habilitación como candidato a Presidente le obligará a renunciar a la titularía ejecutiva de la Gobernación de La Paz y, por lo tanto, el sostén personalizado del MTS de Patzi Gobernador y Patzi candidato se podría diluir, y subsistir precariamente para un nuevo intento de reelección a la Gobernación el próximo año.
El valor de la política desde la oposición está en su presencia temporal en las instituciones subgubernativas y su propia viabilidad electoral en el mediano tiempo está subordinada al corto tiempo electoral de 2020.
Lo que aparentemente es un medio político para disputar en las elecciones nacionales se ha constituido en un fin en sí mismo. La fuente organizativa de sus “partidos” está limitada por su propia naturaleza administrativa de las instituciones y no así por la capacidad de organización partidaria, que no sólo puede, sino debe subsistir indefinidamente en el tiempo, independientemente de su presencia pública local-territorial.
La política sin partidos conduce inevitablemente a ser sólo agrupaciones ciudadanas que se organizan con un fin concreto, local y territorial; la temporalidad de su organización está lamentablemente determinada a la presencia física en alguna institución político-pública y no así política e ideológica en la política para la disputa por el poder.