Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: lunes 20 de mayo de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Sí. Hubo multitudes allá, pero es difícil determinar cuánta gente fue de manera voluntaria y cuánta lo hizo con una intención diferente. Aunque autocalificado como “instrumento”, el Movimiento Al Socialismo (MAS) es, al final de cuentas, una organización política y actúa como tal. En virtud a ello, usa y abusa del aparato del Estado para el cumplimiento de sus objetivos.
Por ello, hubo gente que viajó a sabiendas de que, si no lo hacía, ponía en riesgo su estabilidad laboral, o quizá la de su cónyuge, dependiendo de las circunstancias. Si bien es cierto que el MAS se cuidó de que sus mecanismos de coerción no se advirtieran, esta vez; no pudo evitar ciertas filtraciones que confirmaron las sospechas.
Incluso los funcionarios que se ocupan de la propaganda estatal divulgaron fotos en las que se veía que algunas personas viajaron con sus familias, incluyendo a sus hijos. Es difícil saber si fue por aprovechar el viaje para un breve descanso en Chimoré –que es un buen lugar para vacacionar– o, finalmente, porque no tenían con quien dejar a sus niños y era imperioso que hagan acto de presencia en el inicio de la campaña oficialista. Si fue esto último, estaríamos hablando de una infracción al Código Niña, Niño y Adolescente.
Y son, precisamente, las infracciones legales las que preocupan de este nuevo intento reeleccionista del Presidente. Las imágenes de multitudes, la propaganda de realización de obras y la difusión de expresiones de contento con el Gobierno configuran un mensaje claro de este último: sólo Evo Morales puede gobernar Bolivia.
En el marco de ese mensaje/campaña, Bolivia no sería la misma sin Morales como presidente: las obras cesarían, el (supuesto) bienestar se acabaría, los bonos y el doble aguinaldo desaparecerían, las empresas del Estado serían nuevamente entregadas a las transnacionales y… en fin… sólo restaría decir que el sol se acabaría y la luna se extinguiría.
Pero el detalle no está en la capacidad para gobernar o en los resultados de una gestión. Aun en el supuesto de que Evo Morales sea, como propagandean sus acólitos, el mejor presidente que tuvo Bolivia –pues esa es una afirmación discutible–, nada ni nadie puede ir contra la Constitución Política del Estado (CPE) porque, si lo hace, se estaría asestando un duro golpe a la institucionalidad del país.