Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: jueves 22 de febrero de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
Cara o cruz
Primer paro nacional en 12 años
El MAS hizo esfuerzos para que su derrota de ayer no fuera completa.
Sacó gente a las calles, movilizó a los funcionarios públicos y
manipuló a sus grupos de choque para que confronten a los ciudadanos.
Pero el resultado fue claro, evidente para cualquier persona más o menos
objetiva: millones de personas salieron a movilizarse y paralizaron el
país de una manera que no se había visto en mucho tiempo.
Es más, en 2003, cuando se logró la renuncia de Gonzalo Sánchez de
Lozada, La Paz y El Alto estaban paralizadas, junto al altiplano paceño y
el Chapare, mientras el resto del país mostraba tranquilidad. El 21F de
2018, en cambio, abarcó a todo el territorio nacional. La jornada fue
cualitativamente diferente al 21F del año pasado ya que ahora las
manifestaciones fueron aún más numerosas y se tuvo el añadido de la
paralización nacional.
Los voceros del Gobierno podrán mentir ante las cámaras de TV, decir que las movilizaciones no fueron contundentes, asegurar que “la derecha” es la que está detrás de ellas, que las órdenes llegan “del imperio”, o lo que sea, pero no pueden mentirse a sí mismos. Lo evidente es que el reinado del MAS ha terminado y que, tras muchos años de tener pleno dominio de la política gubernamental, ahora lo que el régimen enfrenta es una situación adversa, con escasa popularidad, decreciente legitimidad, casi nula fuerza discursiva y cada vez menos creíbles argumentos de por qué desea mantenerse en el poder.
Sólo en La Paz hubo el miércoles 115 puntos de bloqueo. Sin fichas, sin
presiones y a puro uso de WhatsApp. Si eso no les dice nada, entonces
están ciegos.
Las urnas, además de las encuestas, también señalan la dificultad para
el oficialismo. El resultado del 51% del 21F se repitió casi exacto en
2017 en las elecciones judiciales, pero con una salvedad: si en el
referendo el Sí obtuvo el 49%, un año y medio después el voto “válido”,
sólo llegó al 34%. Hay una reducción neta de 15 puntos. Encuestas de
varios medios demuestran también que el respaldo a Evo Morales ha bajado
de la barrera del 25%. La de Página Siete lo sitúa en 22%.
Las posibilidades del oficialismo, por ello, son reducidas. Como su
discurso de cambio, de lucha a favor de la madre tierra, de rechazo al
“imperialismo”, ya no tiene el efecto que solía tener, el MAS ha quedado
desnudo frente a la ciudadanía. La verdad es que ahora dos cosas
impulsan a sus líderes a persistir: uno, seguir medrando del poder, con
millonarias comisiones y una corrupción ya descarada.
Dos, en parte debido a eso, la imposibilidad de salir del poder “por las buenas” debido a las eventuales consecuencias legales que deberán enfrentar en el futuro. Nadie roba o hace daño sin esperar que será impune para siempre.
No son fáciles, por eso, las opciones del Gobierno y del Presidente,
pero no presentar la candidatura de Evo en 2019 es la mejor de ellas. No
será un escenario fácil, pero será mejor que enfrentar de manera muy
incierta los comicios de 2019. Que Evo, su mejor ficha, pueda perder en
primera vuelta, ya no siquiera en la segunda, demuestra lo grave de la
situación. E intentar otras opciones, como suspender los comicios, sería
casi suicida.
Hoy todas sus esperanzas están puestas en el fallo de La Haya, pero
incluso si éste fuera favorable para el país, como todos esperamos, ello
no necesariamente se reflejaría en mayor respaldo al Gobierno. De
hecho, en septiembre de 2015 se conoció el primer fallo de La Haya a
favor de Bolivia y a los pocos meses venció el No en el referendo del
21F. Y si eso fue así cuando Morales estaba en lo mejor de su gestión,
con mayor razón lo será ahora.
Raúl Peñaranda U. es periodista. Twitter: @RaulPenaranda1