Medio: La Razón
Fecha de la publicación: martes 14 de mayo de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Comenzando por el presidente Evo Morales, candidato del MAS cuestionado por sus detractores por su repostulación, éste tiene la ventaja del poder, que la aprovecha en las concentraciones con motivo de la entrega de obras o la reunión con los movimientos aliados de su gobierno. Incurre en un optimismo exacerbado al pretender ganar los comicios con el 70% de los votos y así repetir los dos tercios de representación en la Asamblea Legislativa.
Su tono desafiante con sus contendores nunca bajó de decibeles en estos 13 años de gobierno. Y no pierde la fea costumbre de hacer bromas pesadas, que a veces rayan con el machismo y la simpleza. Su mejor oferta son los resultados de su gestión, aunque los escándalos de corrupción son una constante en su contra, mucho peor ahora que algunos altos mandos de la Policía Nacional han sido tocados por el poder del narcotráfico.
Su inmediato contendor es el expresidente Carlos Mesa, quien se postula por la alianza Comunidad Ciudadana (CC), un raro pacto entre la agrupación ciudadana Sol.bo del alcalde Luis Revilla y el Frente de Izquierda Revolucionaria (FRI), que hasta ahora aparentemente solo sirve como una sigla de requisito legal del exmandatario.
El candidato expone una particular forma de ser: no estuvo en el acto del pacto con el FRI, asistió solo a la presentación de su alianza con Revilla (en el Parque Urbano Central de La Paz); suele comunicar sus mensajes a través de videos y redes sociales; y pocas veces llama a conferencias de prensa, al menos para casos complicados como el que lidia actualmente, por ejemplo, con el oficialismo.
Su fotografía con unos campesinos cavando papas en flor en el campo cayó como una tramoya mal hecha. Tiene el antecedente de haber sido vicepresidente del vilipendiado gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada (2002-2003), quien le sucedió luego de que renunciase tras la llamada “masacre de octubre”, en 2003. Las contradicciones e indecisiones en las que ha incurrido son su lado flaco, como su renuncia en dos ocasiones a la presidencia en 2005 y su postura inicial de no ser “en absoluto” candidato.
Luego de Morales y Mesa, que parecen polarizar las actuales preferencias electorales, en tercera línea aparece el candidato de Bolivia Dice No, el senador Óscar Ortiz. Bastante contrario a Mesa y detractor de Morales, el político cruceño acaba de marcar diferencia con sus contendores al señalar en un spot televisivo que es el único postulante “con las manos limpias”.
Su campaña juega al impacto mediático, como la difusión de la firma de alianzas con una treintena de plataformas ciudadanas o agrupaciones de poca trascendencia política. Ahí apareció la inexistente “Agrupación Pueblo”, del diputado Rafael Quispe, quien se ha convertido, luego de voceros del oficialismo, en uno de los principales cuadros de confrontación con Mesa.
Más atrás se muestran el candidato de la resucitada Unidad Cívica y Solidaridad (UCS), Víctor Hugo Cárdenas, otrora aliado y vicepresidente de Sánchez de Lozada, cuestionado por sus mensajes conservadores; y el expresidente Jaime Paz Zamora, en representación del Partido Demócrata Cristiano (PDC). Tienen poco peso electoral, como el postulante del Movimiento Tercer Sistema, el actual gobernador de La Paz, Félix Patzi.