Medio: El Diario
Fecha de la publicación: miércoles 21 de febrero de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Enciendan sus televisores, escuchen las radios, observen algunos periódicos: la propaganda del gobierno y de sus obras es abrumadora. El sistema propagandístico oficial es uno de los más hábiles y costosos de la Bolivia contemporánea y la caída de la aprobación popular del presidente puede ser uno de sus mayores fracasos. En su primer discurso tras haber ganado la contienda electoral de 2005, el presidente subrayó que no llegaba a la Casa de Gobierno como inquilino sino como representante de un sector con derecho propietario. Esa pretensión tuvo victorias recurrrentes, pero ahora el ciclo parece extinguirse. En un desafío a la propaganda, perdió el 21 de febrero de 2016, cuando el voto mayoritario le cerró el paso. La barrera volvió a erigirse en diciembre con el masivo desdén ciudadano hacia los magistrados de la justicia, encumbrados con votaciones paupérrimas. Ahora se avecina una nueva contienda, con el paro nacional convocado por organizaciones cívicas de todos los departamentos para ratificar la voluntad anti-re-re-releccionista expresada hace dos años.
Se supone que el fenómeno es seguido con frecuentes debates por las escuelas de comunicación de las universidades. No ocurre con frecuencia que los esfuerzos propagandísticos sufran traspiés que cuestionan sus estrategias ni que surjan movimientos nacionales que ponen en grave entredicho intereses reeleccionistas. Muchos sociólogos extranjeros pagarían por estar en Bolivia y estudiar el caso.