Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: domingo 12 de mayo de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Tampoco se puede calificar de perversa, canalla y qué se yo que más la actitud de la diputada. No es que estos calificativos no calcen a la perfección. Calzan y hasta resultan insuficientes. Sin embargo, hay que evaluar su actuación en base a otros parámetros: ¿logró, denunciando a Carlos Mesa, mejorar las condiciones electorales de su caballo de batalla? La respuesta es que sacó al candidato de la oposición del redil en el que debe correr: aquel de la propuesta y no éste del chasqueo constante.
Asimismo, logró distraer a Mesa, quien debe pelear con los funcionarios menores del circo (por decirlo amablemente) y no con quien debe hacerlo: Evo Morales. Sí, debe terminar respondiendo a una diputada cuando en realidad lo que amerita es que pueda debatir con Evo (claro que la palabra debate es esoterismo puro en el lenguaje del Presidente, acostumbrado a los monólogos largos en los que su hinchada lo aplaude a rabiar diga lo que diga). Finalmente, no debe faltar alguna porción de la población que se crea y sigue creyendo el cuentito.
En suma, la señora Rivero alguito logró. Aplausos para ella desde el sitial de esta guerra electoral. Sin embargo, la cosa se le fue yendo de las manos. Como bien comenta Carlos Valverde, de un comienzo auspicioso denunciando a Mesa de estar ligado con el narcotráfico, pertrechada de cámaras y con el semblante de triunfo, a su última escena, celular en mano, auto-filmada, afirmando que (al menos) hubo evasión tributaria, hay una distancia enorme.
Es como el fanfarrón que quiere conquistar una pareja asegurándole que tiene un auto Mercedes y un departamento en suite en Calacoto, pero que por algún azar del destino es descubierto en su mentira. ¿Qué hace? Termina arguyendo aunque sea la mitad o alguito de lo dicho. Así el Mercedes en realidad es una peta modelo 68 y el departamento no es suite, es un depósito de libros viejos de 15 metros en la planta baja de un edificio en vías de demolición. Algo así sucede con la señora diputada, quien si la cosa sigue por ese camino acabará asegurando que ni siquiera es dueña del depósito pero si de los libros usados.
Seguramente de percatarse que se pagó el valor catastral correcto, terminará afirmando que de todos modos se engañó a la compradora, pues las cañerías están descompuestas y además el departamento era un lupanar en mal estado y que, por tanto, Mesa es estafador y socio de ese negocio de la noche.
En fin. Sin embargo, a pesar de lo dicho no es este comportamiento lo más censurable. Lo más censurable es la actitud de aquellos que vociferaban que la unidad contra Evo es lo más preciado. Hoy, en estos momentos de afrenta no contra Carlos Mesa, sino contra los valores básicos de un Estado de Derecho, cabe la pregunta: ¿y los opositores? Mudos. El único que salió a dar la cara fue Tuto Quiroga, quien sentenció lo siguiente: “si Mesa es narco, Evo es historiador”. ¿El resto? ¿Samuel Doria Medina? No existe. Y me pregunto, ¿apunta al 2025 en una suerte de acuerdo tácito con el gobierno de “yo te ayudo a joderlo al Mesa, y el 2025 me das el chance de competir?”, lo que en buenas cuentas significa transar con el régimen. ¿Óscar Ortiz? Este político se destacó como el mejor senador del presente periodo político.
Sus denuncias develando la corrupción en CAMCE, el Fondo Indígena, los taladros de YPFB, el Programa Evo Cumple o el modelo de compras directas sin que medio licitación alguna lo pusieron en la palestra. Si alguien fiscalizó con tesón y seriedad fue él. ¿Y ahora? Con la mente en 2025 y cohonestando cinco potenciales e ilegales años más del binomio inconstitucional. ¿Y Jaime o Víctor Hugo tan consecuentes en su lucha a favor de la democracia? Pues su consecuencia termina cuando comienza la desgracia de Mesa.
Hay que ser claros: no es pues solo el MAS que ataca furiosamente a Mesa. No, los agresores, más cautos en su agresión pero no por ello menos dañinos son los portavoces de la unidad. Recuerdo el título de un libro de Xavier Albó que él coordinaba: “violencias encubiertas en Bolivia”. Algo así es todo esto. Son violentos sin serlo. Son agresivos callando. Son los huaruras mudos que con su silencio aceptan un quinquenio más de este gobierno con tal de tener un poquito de popularidad en octubre de este año o en octubre de 2025. Vaya ilusos. La historia es hoy y nada más. Esos cálculos son tan errados como suelen ser los agudos cálculos del vicepresidente García Linera. ¿O será que el Álvaro los está asesorando en esto de calcular? Quizás. Lo cierto es que tenemos un candidato opositor con pocos recursos, contra toda la maquinaria estatal y de yapa alejado de estos baldores de la política, que mueren de envidia (y quisieran estar en los pies de Mesa) o de ilusión (de ser los sucesores del autócrata).