Medio: El Día
Fecha de la publicación: domingo 12 de mayo de 2019
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Los padres de la patria estadounidense, George Washington, Thomas Jefferson y Benjamín Franklin entre otros, crearon medios de comunicación eficientes en todo el país como caminos, puentes y vías fluviales, además de un sistema de correos muy ágil para su época, que a lomo del caballo, aseguraba que cualquier información originada en los centros de poder, pueda llegar hasta el último rincón del país en no más de tres días.
La primera enmienda de la Constitución norteamericana nació casi al mismo tiempo que el nuevo estado. Esta prohíbe la creación de cualquier ley que reduzca la libertad de expresión, que vulnere la libertad de prensa, que interfiera con el derecho de reunión pacífica o que prohíba el solicitar una compensación por agravios gubernamentales.
Suecia fue en 1776, el primer país del mundo en crear una ley de acceso a la información que obliga a los gobernantes a rendirle cuentas de sus actos a los ciudadanos y facilita el trabajo de los periodistas que investigan hechos de corrupción o cualquier irregularidad que los funcionarios públicos pretendan ocultar. Entre paréntesis, Bolivia es el único país de América Latina y uno de los pocos del planeta que no tiene una norma de esta naturaleza, pese a que la Constitución dice respetar el derecho de la gente a la información.
Fueron los griegos los primeros en hacer ver que la palabra y el pensamiento son las mejores armas de la democracia y por eso obligaban a los ciudadanos a participar en las discusiones públicas que se organizaban en las ágoras, donde se tomaban las decisiones sobre la polis. Este fue precisamente el origen del concepto de política que más tarde se degeneró porque se redujo simplemente al manejo del poder.
Siempre se habla de la libertad, la fraternidad y la igualdad como los tres grandes postulados de la Revolución Francesa, pero se olvida mencionar a los precursores de este acontecimiento, como John Milton, quien decía “dadme la libertad de saber y de discutir libremente, de acuerdo con mi conciencia, más allá de todas las libertades”. Este pensamiento justamente inspiró a Jefferson, quien aseguraba que “si en algún momento dado, las sociedades tuvieran que escoger entre poseer gobiernos o prensa, tendrían que optar por esta última”. En todo caso, no dudaba en afirmar que el mejor gobierno es el de la opinión pública.
En el Siglo XVIII el filósofo David Hume afirmó que la prensa despierta el espíritu del pueblo y frena las ambiciones de la corte.
Más tarde Simón Bolívar diría con contundencia, que no es la fuerza la que domina a los pueblos, sino la ignorancia. Por eso mismo, no hay duda que el peor enemigo de la democracia no es la corrupción ni los dictadores, sino la desinformación que vuelve indiferentes y pasivos a los ciudadanos. Los gobernantes que se estrellan contra la prensa y el periodismo simplemente tratan de mantener al pueblo en la oscuridad de las mentiras y la impostura.
El peor enemigo de la democracia no es la corrupción ni los dictadores, sino la desinformación que vuelve indiferentes y pasivos a los ciudadanos. Los gobernantes que se estrellan contra la prensa y el periodismo simplemente tratan de mantener al pueblo en la oscuridad de las mentiras y la impostura.