Medio: La Razón
Fecha de la publicación: viernes 10 de mayo de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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En torno al modelo político, las críticas opositoras son tenaces puesto que rechazan el formato de sistema de partido predominante —vigente desde 2009— que se expresa en la concentración de poder en el MAS, que tiene control del órgano legislativo con mayoría calificada. La reproducción de este orden político bajo el mando de Evo Morales es el objetivo del MAS desde la convocatoria al referéndum 2016. La disputa en torno a su repostulación se tradujo en protestas impulsadas por la oposición partidista y las “plataformas ciudadanas”, pero decayeron después de las elecciones primarias que definieron el espectro de binomios presidenciales.
Las fuerzas políticas iniciaron sus campañas en enero, precisamente en el décimo aniversario de la aprobación de la CPE y del Estado Plurinacional. Empero, el modelo estatal no es un tema prioritario y se expresa en un “olvido” oficialista y en impugnaciones opositoras de índole normativa. El MAS no difunde un discurso sostenido acerca de la importancia del modelo estatal. Algunas políticas siguen tenuemente la línea de la descolonización y la despatriarcalización y es débil el apoyo institucional a las autonomías indígenas. En el mensaje presidencial del 22 de enero, Evo Morales se concentró en evaluar los logros del “proceso de cambio” sin mencionar al Estado Plurinacional.
Por su parte, varios candidatos opositores cuestionan el Estado Plurinacional invocando la República como su antípoda. Asimismo, ha retornado la propuesta de un modelo estatal basado en las autonomías departamentales, pero matizado de federalismo. Entre los candidatos que impugnan el carácter plurinacional del Estado se destaca Carlos Mesa, que enarbola la República como un modelo basado en la división de poderes y la ciudadanía liberal. Por su parte, Óscar Ortiz enarbola la profundización de las autonomías departamentales con molde federalista. Jaime Paz Zamora y Víctor Hugo Cárdenas tienen impugnaciones más radicales pero, por tal motivo, son marginales. En suma, el Estado Plurinacional no es objeto de evaluación para proponer ajustes y modificaciones.
Esta levedad en el debate electoral sobre el modelo estatal se explica porque no hay polarización ideológica, puesto que no existen clivajes —fracturas o contradicciones— que dividan a la sociedad, a diferencia de lo acontecido en el proceso constituyente. Si bien entre 2017 y fines de 2018 la oposición instaló la antinomia democracia/dictadura en el espacio de discursividad política, ese pretendido clivaje se debilitó al compás del proceso electoral que tiende a concentrarse en otras antinomias: estabilidad/cambio (óptica opositora) o estabilidad/incertidumbre (óptica oficialista).
Complementariamente, un dato decisivo es que los principales candidatos (Morales, Mesa y Ortiz) han asumido posiciones moderadas, que dan cuenta de una convergencia centrípeta en el campo político-electoral que distingue, notablemente, el proceso electoral boliviano de otras experiencias (Argentina, Brasil, Colombia y Venezuela), signadas por una intensa polarización política y múltiples fracturas sociales.
Estos son los rasgos de conducta y tono de campaña de los actores estratégicos en esta fase de las elecciones. Las posturas radicales en ideología, a la usanza de Bolsonaro, tienen emisores marginales y no calan en la opinión pública; y las propuestas antitéticas en economía, al estilo de Macri, carecen de emisores por razones obvias. No se descarta que agentes externos —actores no políticos— intenten provocar un cambio en las posturas de las principales candidaturas con la intención de generar un clima de polarización para afectar la legitimidad y fortaleza de la venidera gestión gubernamental; pero esa es otra historia.