Medio: Opinión
Fecha de la publicación: domingo 05 de mayo de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Un aspecto que es vital para lograr una participación sustantiva, es tomar medidas para superar el acoso y la violencia política a la que están sometidas, pues de esta manera se realizan actos que intimidan y desvalorizan a las mujeres. Es cierto que ya tenemos la Ley Nº 243, pero aún tropezamos en su aplicación. La causa fundamental de esta situación es la disputa del espacio que tradicionalmente era ejercido por los varones, porque ahora hay presencia de ellas en todos los lugares. Como se dijo anteriormente, esto no sucede solo en los espacios estatales, pasa también en organizaciones sociales y políticas. Ejemplos abundan: el cambiar la redacción y volver a escribir documentos preparados por mujeres bajo el pretexto de que está mal, o que la redacción tiene fallas, o que la concepción no es lo que el líder-varón quiere, es una muestra clara que desacredita a las mujeres. No se valora los aportes de las mujeres, como dijo Adela Zamudio: ´´Si alguna versos escribe, de alguno esos versos son, pues ella solo lo suscribe´´, y así se cuestiona todo lo que lleva autoría femenina y se la intenta suplantar.
Por ello, debemos desafiarnos a desarrollar procesos despatriarcalizadores, asumiendo que otros valores requieren las nuevas generaciones. Se necesita contar con un sistema educativo que elimine las desigualdades y que desmonte el aspecto cultural, simbólico y material del patriarcado, del colonialismo y de la mentalidad que reproduce el capitalismo/consumismo. A nivel general, que cuestione las relaciones de poder, tanto estatales, como sociales en desmedro de las mujeres. Se pretende profundizar el Sistema educativo plurinacional, democrático, sin discriminación y liberador. De la misma forma, queremos una educación que revalorice otros saberes, otros sentires y otros conocimientos, y también el aporte de otras culturas. La estrategia es conseguir un cambio de pensamiento radical, que pasa por un cambio educativo y una verdadera descolonización del saber y del ser. A nivel cultural es necesario visibilizar el aporte de las mujeres a la historia, a las luchas de transformación, al arte y al conocimiento en general.
Otro aspecto que reproduce el sistema es la comunicación a través de los medios de comunicación que es sexista, misógina y discriminatoria. Es esencial dejar de usar la figura y el cuerpo de la mujer como mercancía para vender tal o cual objeto, relacionando las partes íntimas con cualquier bebida o movilidad.
Por ello se plantea el diseño de una política pública comunicacional no sexista, y que ejecute el seguimiento y evaluación de su aplicación. Esta política debe contener una comunicación no estereotipada y no discriminatoria, que reconozca, además, el protagonismo político e histórico de las mujeres y no la muestre como población vulnerable y solo las victimice.
En el próximo artículo abordaremos otras demandas de las mujeres para la campaña electoral y para las futuras políticas públicas.