Ceballos, el tribuno que aún antes de jurar oficialmente al cargo había apoyado la sentencia constitucional que permite al presidente Evo Morales repostularse por tercera vez a la Presidencia del Estado Plurinacional, comenzó a caer el 10 de marzo, cuando su esposa presentó una denuncia en su contra por violencia física y sicológica. El médico forense que la atendió certificó las lesiones y le dio siete días de impedimento. A partir de allí, los pedidos de alejamiento en su contra se multiplicaron. Primero fue Héctor Arce, ministro de Justicia, el que le exigió que pida licencia mientras se investigaba su caso; él pidió vacaciones y estuvo dos semanas fuera de su despacho. Después fue la presidenta de la Cámara de Senadores, Adriana Salvatierra, y el de Diputados, Víctor Borda, los que creyeron que el puesto de velador de la Constitución era incompatible con su nuevo perfil. Luego, asambleístas de la oposición se sumaron a las críticas hasta llegar a plantear un juicio de responsabilidades en la Asamblea Legislativa Plurinacional, que avanzaba raudo para despojarlo de su investidura.

Lourdes Millares, diputada opositora, asegura que Ceballos desplegó una estrategia para mantenerse en el cargo y consiguió apoyos del gobernador de Chuquisaca, Esteban Urquizu, que voceros del alcalde de Sucre se pronuncien a su favor y, sobre todo, que la Federación Única de Trabajadores de los Pueblos Indígenas de Chuquisaca (Futpoch) salieran en su defensa, amenazando incluso a Arce y a Borda.