Medio: La Razón
Fecha de la publicación: miércoles 01 de mayo de 2019
Categoría: Institucional
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La verdad, la demanda del voto en el exterior tiene relación directa con la llegada al poder del Movimiento Al Socialismo (MAS). En este gobierno, ya en 2006, destacan los autores de Diáspora y voto en el exterior. La participación política de los emigrantes bolivianos en las elecciones de su país de origen. Jean-Michel Lafleur (Ed.), Cidob, Barcelona, 2012, “las migraciones internacionales —en particular, la emigración— obtuvieron una receptividad y relevancia sin precedentes (…) Se tomaron inmediatamente medidas para enfrentar los distintos problemas que afectan a los migrantes bolivianos en Argentina, así como la reducción de los plazos en la atención y los costos de los documentos”. (Pág. 49) Al respecto, en abril de 2006 el presidente Evo Morales dijo que la documentación además iba a servir “para implementar el voto de los ciudadanos bolivianos en el exterior”, aunque una razón adicional no menos importante para atender a los migrantes también fueron las remesas hacia Bolivia.
Es curioso, pero el voto en el exterior fue producto de una demanda judicial que interpusieron los residentes en Argentina. En septiembre de 2005 la Sala Penal 2ª de la Corte Superior de Justicia de La Paz declaró procedente el recurso de amparo constitucional presentado por aquellos para que pudieran votar en las elecciones generales del 4 de diciembre. Esto no prosperó y fue en agosto de 2008 cuando la Cámara de Diputados, de mayoría masista, aprobó la “Ley de voto de ciudadanos bolivianos residentes en el extranjero”; el proyecto (de mayoría opositora) entonces fue frenado en el Senado; pudiendo ser viabilizado solo a través de la Ley 4021 del Régimen Electoral Transitorio, del 14 de abril de 2009.
Es llamativo el argumento opositor de entonces para dar lugar al voto en el exterior: “De implementarse el voto boliviano en el exterior, significaría que los que se fueron decidirían las elecciones nacionales. (…) Siendo Bolivia un país de emigrantes (...) significaría que aquellos que se fueron decidirían las elecciones nacionales y referendos, pero sin sufrir o beneficiarse de sus resultados. (...) los de afuera deciden quiénes nos gobiernan a los de adentro” (senador de Podemos, Carlos D’ Arlach), en el texto Diáspora... (Pág. 54)
Y es que se temía de la enorme cantidad de electores. ¿Es tan así?
Según los gráficos de arriba (elaborados con base en actas e informes finales del Órgano Electoral Plurinacional, OEP), las elecciones de 2009, tanto en el país como en el exterior, fueron las más participativas: mientras en el territorio nacional hubo 95,25% de participación, en el exterior dicha presencia de votantes llegó a 73,98%.
No hay que olvidar que este porcentaje se lo obtiene dividiendo el total de votos emitidos entre el total de los inscritos: en este caso, de cada 10 inscritos, 7 efectivamente fueron a votar.
Pero las cosas cambiaron en la siguiente elección nacional (2014) y el referéndum para la repostulación del presidente Evo Morales y el vicepresidente Álvaro García, especialmente en el caso del voto en el exterior. Como se ve en los gráficos 1 y 2, si bien en el país se mantiene elevado el nivel de participación, 87,89% en 2014 y 86,65% en 2016, el voto en el exterior muestra un claro decrecimiento, de 61,96 en 2014 a nada menos que 31,31% en 2016.
Ahora, ¿cuál es la importancia o peso del voto en el exterior en el cómputo total (país con más voto en el exterior)? En el cuadro 3 se puede apreciar que en 2009, del padrón electoral total, el padrón en el extranjero era del 3,29%; asimismo, del total de los votos emitidos en la elección, el voto emitido en el exterior llegó a 2,57%.
Si bien en ambos casos en 2014 hay un importante incremento (4,36 y 3,07, respectivamente), en el referéndum de 2016 nuevamente se evidencia una baja: si bien los inscritos para votar llegan a ser el 3,98% (se puede redondear a 4%) del padrón nacional, otra vez los votos emitidos en el exterior registran un porcentaje bajo: 1,48%.
En cuanto a la preferencia electoral en el exterior y en el país, lo mismo se encuentra datos reveladores. Como se puede apreciar en el cuadro 4, si bien en las elecciones presidenciales de 2009 y 2014 hay una evidente mayoría del voto por el MAS (en ambos casos, dicha votación es dos veces más que la de las oposiciones juntas), en el referéndum de 2016 hay una marcada disminución del voto Sí (que para el caso fue el voto de apoyo al MAS), y un repunte del No (para el caso, el voto opositor al MAS). En el país (gráfico 5) es más evidente la consolidación del No con respecto a los anteriores porcentajes obtenidos en las justas presidenciales (2009 y 2014).
Con todo esto, cabe preguntarse, ¿cuánto finalmente aportó el voto en el exterior a la votación total, tanto del MAS como de las oposiciones? Aunque por razón de espacio no se pudo incluir el gráfico correspondiente, se puede señalar que la votación en el exterior en 2009 para el MAS significó 3,10%, 3,64% en 2014 y 1,55 en el referéndum de 2016. En tanto que para el conjunto de la oposición, el aumento que dio el voto en el exterior fue de 1,78% en 2009, 2,22% en 2014, y 1,40% en 2016.
Como se puede apreciar en el gráfico 6, por lo menos para el Padrón Electoral en el exterior usado para el referéndum de 2016, la absoluta mayoría, el 98%, de los bolivianos votantes en el extranjero radica en seis países: Argentina (116.568), España (70.148), Brasil (31.370), Chile (15.034), Estados Unidos (12.876), Italia (6.004) y Gran Bretaña (1.249). En los 27 países restantes hubo menos de 1.000 votantes en cada uno; es más, en 10, votaron menos de 100 personas; en India, Egipto e Irán, los votantes no pasaron de 12 en cada uno.
Así, para el politólogo Marcelo Silva la incidencia del voto en el exterior ha tenido más bien “muy poca trascendencia”; en vista, eso sí, de la alta participación electoral en el nivel nacional y dada la victoria clarísima del candidato ganador (Evo Morales), lo que no daba lugar a que un voto minoritario incidiera en algo.
Eso hizo del voto en el exterior, afirma, un “voto esencialmente simbólico”. Ahora, si es que se confirman los estrechos márgenes de distancia entre el primero y segundo en las elecciones de octubre, y dado el alto índice de indecisos, dicho bajo porcentaje del voto en el exterior (alrededor del 4%) sí podría jugar un rol interesante, destaca Silva: “un 2, 3, 3,5% de incidencia en el resultado final de las elecciones puede ser una diferencia que lleve a una segunda vuelta”.
Así, la campaña electoral más importante puede ser en Buenos Aires, Sao Paulo, Virginia o Madrid que en Cobija o Trinidad, por ejemplo, destaca el politólogo.
Aunque para Silva, el voto en el exterior no está indeciso, y dice que se repetirá la tendencia de 2014 (72% por el MAS), para el también politólogo Eduardo Leaño, el del exterior más bien puede ser un voto desencantado con el actual gobierno, pues buena parte de los migrantes son de reciente generación, que se han ido siendo gobierno el MAS. Para Leaño, no deja de ser significativo el bajo nivel de participación en el referéndum de 2016 en el exterior (31,31%, ver el gráfico 2), cuando de 10 inscritos, solo 3 fueron a votar. Con esto, prevé la desilusión, tanto en una alta abstención como en porcentajes bajos para los candidatos.
Si al evaluar el voto en el exterior en 2009 se habló de una alto costo del voto en el exterior (de casi Bs 13.000 por voto en Egipto, por ejemplo), ambos analistas coinciden en que ninguna razón administrativa tendría que ser una traba para el derecho de votar de los compatriotas en el exterior, más cuando hoy hay mejor tecnología para dicho fin.