Medio: El País
Fecha de la publicación: domingo 28 de abril de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
La foto fija de las encuestas no falla: Evo Morales conserva su voto duro sobre el 30 – 35% a lo que hay que sumar el 7-8 por ciento del voto rural más profundo que es abrumadoramente mayoritario para el Movimiento Al Socialismo y que aunque ninguna consultora recoge, todos los partidos dan por descontado.
Existe además un gran número de indecisos, hasta el 20-25 según la encuesta, que básicamente son los votantes que le han dado las fabulosas mayorías absolutas de 2009 y 2014, y que aunque reniegan por la deriva del proceso de cambio y por la violación de la Constitución, también lo hacen por la incapacidad de la oposición de generar un proyecto alternativo y que por tanto decidirán a última hora si continúan apoyando a Evo Morales o votan al candidato de la oposición mejor situado aun tapándose la nariz.
Esto era lo previsto por todos los estrategas del MAS, conscientes de que el Latinobarómetro no miente y que la democracia es un valor a la baja frente a la seguridad física y económica. En 2009 el 71 por ciento de los bolivianos creía que la Democracia era el sistema de gobierno preferible; en 2018 lo creía el 53 por ciento, en 2019 tal vez menos.
No parecía fácil en octubre, peor cuando en el contexto internacional se empezaban a levantar nubarrones sobre la economía continental. Lo económico se “resolvió” trayendo de vuelta a Luis Arce Catacora al Ministerio de Economía, previendo planes de inversión que contengan un alto componente de empleo y fideicomisos para sostener el estímulo institucional. Se instruyó también resolver cuanto antes los problemas con el gas argentino – que no pagó facturas en seis meses en 2018 – aunque fuera concediendo una rebaja, como efectivamente se hizo en febrero, y en lo internacional se contribuyó a apaciguar las aguas en Venezuela. Pero el factor clave era la oposición, y ahí se han superado las expectativas.
Multiplicación de candidatos
El primer objetivo estratégico del MAS respecto a la oposición era multiplicar los candidatos aspirantes a gobernar el país. Para ello, mostrar debilidad resultaba imprescindible, puesto que el efecto inmediato fue estimular los egos: “cualquiera puede ganarle a Evo”. Después de esa sentencia vienen una infinidad de cálculos y estimaciones sobre las conformaciones de bancadas y el rol de cada uno en la segunda vuelta.
Siempre existen partidos pequeños y políticos con ganas de exhibirse que acaban entrando al juego, y que son muy bienvenidos por el oficialismo. En esta ocasión es PAN – Bol, que hace las veces de partido comodín; es el Tercer Sistema de Patzi; Virginio Lema con el MNR, o las sorpresas de Víctor Hugo Cárdenas con UCS centrado en la ultraderecha evangélica y Jaime Paz Zamora, en la socialdemocracia trasnochada. Un record.
El MAS sin embargo tenía en el foco a dos posibles candidatos y un partido de peso, además del alcalde paceño Luis Revilla, más fácil de neutralizar como se ha evidenciado en las últimas semanas y con Tuto amortizado tras su “fallida” operación de 2014, que facilitó los dos tercios al MAS en la Asamblea Plurinacional. Carlos Mesa y Samuel Doria Medina eran, de nuevo, los nombres sobre la mesa a los que enfrentar, con la variable Demócratas por decantar.
Esta vez Carlos Mesa sí parecía con ganas de candidatear, pasara lo que pasara con el mar, y el pronóstico no falló. También era evidente saber que Doria Medina daría la pelea por ser el candidato con la mejor baza: su consistencia económica para resistir hasta el final.
Por el lado de los partidos, todos han sido debilitados y derruidos por dentro en base a sus peleas internas y sus grupos de poder en los últimos años, no queda ninguno sano de los históricos y de los más recientes, Unidad Nacional al ritmo de Doria Medina y Demócratas, que por mucho que se empeñen sus líderes, sigue siendo considerado un partido cruceño.
Doria Medina sorprendió con una jugada arriesgada: se retiró a ultimísima hora para no medirse en primarias con ningún candidato de Demócratas con quien firmó una alianza sin concretar lo esencial, que era el nombre del binomio y acabó en una especie de tragicomedia negra el día que se inscribían las alianzas. Demócratas, sin embargo, aceptó el desafío en solitario y está jugando su órdago hasta el final.
A la campaña
Y así arrancó la campaña, repartiendo alargavistas para divisar la meta de octubre y algún que otro ansiolítico. Hoy unos y otros se acusan de haberse precipitado en la postulación, sin haber agotado las vías de diálogo, pero ninguno baraja quitarse del medio.
El “espíritu del 21F”, ese que supuestamente movilizaba masas en defensa de la democracia en Bolivia, salió por la ventana en el momento en el que una de las alternativas electorales se puso de nombre “Bolivia Dijo No”. Una ocurrencia con ánimo aglutinador que sirvió literalmente para lo contrario, pasar página en la etapa de la movilización popular y que cada cual viva un largo periodo de reflexión sobre lo que significa la democracia en estos tiempos y las prioridades políticas. En el caso de la oposición, la foto fija de las encuestas tampoco falla. Carlos Mesa calca el 30-35 por ciento que tenía Doria Medina en 2014, Reyes Villa en 2009 y Tuto Quiroga en 2005, el tercio de la población que rechaza sí o sí a Evo Morales. No ha sumado más ni menos, y para su suerte, la foto se viene consolidando desde hace meses como una foto estática muy difícil de mover.
A ello contribuye la irregular campaña de Carlos Mesa, que combina mensajes en redes, fotos en mangas de camisa o cosechando papas, con entrevistas demasiado “perfectas” en el que responde sin pestañear ni cambiar de tono preguntas de todo color. Una campaña aún sin emoción que en las últimas semanas se ha ido al plano negativo del Bolivia Dijo No, pero con el “es demasiado”, pidiendo el voto por la simple razón de no dárselo al otro. La falta de contundencia de Mesa ha alimentado las expectativas de aquellos que aspiran a ser terceros. Los que se contentan con tener una bancada propia en la Asamblea Plurinacional para atender a sus intereses personales o regionales. A los que les da igual quien gane mientras no tenga mayoría absoluta y que incluso darían por buen resultado que no se alcancen los dos tercios, advierten los colaboradores.
Es especialidad en este país lo de bajar al segundo si es que no puedes con el primero. Óscar Ortíz, Virginio Lema, Jaime Paz, Víctor Hugo Cárdenas, etc., día sí y día también suman rating y likes atacando, desde su legitimidad, a Carlos Mesa. Unos más directos, otros con metáforas, pero todos con el mismo objetivo. Sea por el “odio a Santa Cruz” que cuando pueden introducen los miembros de la élite cruceña; sea por las cuentas pendientes con el MNR; sea por todo junto, la guerra es encarnizada. En poco más de tres meses se cierran las listas electorales, el apriete actual a Carlos Mesa parece tener que ver con esa situación, con forzar una negociación que el propio Mesa ha dejado en el aire, pues parte de su debilidad tiene que ver con no haber consolidado una red de voceros – candidatos que le den mayor presencia en el territorio.
El hit actual es el que dice que la tendencia de Mesa es a la baja y la de Ortiz al alza, pese a que solo supera el umbral de la desaparición en su núcleo duro, Santa Cruz, donde apenas supera el 25% pero que le sirve para sostener su 7 – 8 por ciento a nivel nacional. El resto revolotea y golpea, aún sin explicar que es exactamente lo que buscan con esa actitud.
El MAS ni siquiera ha entrado en campaña. ABI ha hecho una nota con los artículos de Mesa en los que no insulta a Evo Morales y se ha convertido inmediatamente en munición para la guerra cruzada. Evo Morales, Álvaro García Linera, Juan Ramón Quintana y el resto miran de palco la lucha encarnizada. De momento la jugada no les podía haber salido mejor.
El tiempo se agota para los partidos tarijeños
Pasan los meses y salvo el equipo de la Gobernación, conformado en la agrupación Todos de Adrián Oliva, que ha blindado el apoyo al expresidente Carlos Mesa aún sin formar parte de la alianza formal y el MNR tarijeño, que tiene hasta su propio candidato prestado, el resto de políticos opositores todavía debe decidirse por alguna de las opciones.
En Tarija es en el único departamento donde se antepone la Gobernación a las buenas posiciones en el nivel nacional. Nadie quiere dar un paso en falso que le pueda ser afeado en el futuro.
En 2014 el MNR de Johnny Torres y UNIR (MIR) de Óscar Montes se aliaron con Tuto Quiroga y el PDC en su campaña fulgurante que acabó con un 9 por ciento a nivel nacional y un puñado insignificante de diputados y senadores. En Tarija sin embargo fue un 19 por ciento, una senaduría, una diputación uninominal y una derrota en la otra a manos del MAS, de Ignacio Soruco, con un 40 por ciento de los votos se convirtió en el “dos tercios” gracias a la división de la oposición. Montes rompió el pacto con Tuto la misma noche electoral en el set de TLT con Rodrigo Ayala, cuando negó una continuidad de los acuerdos de cara a las departamentales que se venían en seis meses. Montes no fue candidato y la contundente victoria hizo olvidar pronto la maniobra.
En la víspera del 15 de abril se preveía que el Congreso de UNIR definiera alianzas, pero decidió esperar. Óscar Ortíz, que se había imaginado fichando al exalcalde para su causa se quedó con los crespos hechos, y el líder de Demócratas, Rubén Costas, en Viru Viru con el pasaje comprado.
Menos dudas tiene Camino al Cambio, que tiene claro cuál es su espacio en esta aventura y que solo espera alguna concesión para apuntalarlo a pesar de las diferencias que viene sosteniendo con los socios en Tarija.
Unidad Nacional espera instrucciones, luego de que el líder en Tarija haya jugado peligrosamente con sus amistades frente a los postulados de Doria Medina.
El último en discordia sería Primero la Gente, de Rodrigo Paz, que se anticipó a dar el apoyo a la candidatura de su padre Jaime Paz Zamora mientras se especula con un posible relevo en la posta.