Medio: El Potosí
Fecha de la publicación: miércoles 12 de diciembre de 2018
Categoría: Representación Política
Subcategoría: Democracia paritaria
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Paz Zamora se impacientó porque las periodistas que le entrevistaban insistían en preguntar sobre la unidad de la oposición para hacer frente a la fuerza, todavía importante, del oficialismo y así fue que a una la llamó “linda” y luego dijo necesitar un psicólogo para entenderlas o hacerles entender su propuesta, además de poner en duda su profesionalismo como periodistas.
Cuando alguien dice: “Mira, bonita, resulta que…” Linda o bonita, en ese contexto es sinónimo de decir “tontita”, así, con cariño, pero tonta al final. Es una manera de expresarse que se utiliza generalmente con las mujeres, seguramente a un hombre se le diría tonto directamente y en una entrevista sería muy difícil de hacer porque ya cae en un insulto explícito.
Así volvió Jaime Paz a una larga entrevista en un medio relevante luego de años de mantenerse al margen de la política. Afirmando su conocida masculinidad al decir que de las demandas Lgtbi se pregunte a una conocida lesbiana y reafirmando también su catolicismo con el rechazo al aborto.
Hay que decir, a su favor, que es uno de los dos candidatos a la presidencia que va acompañado de una mujer como candidata a vicepresidenta, Paola Barriga, además de Lucila Mendieta que va con Félix Patzi; en un marco masculino de candidaturas presidenciales, donde sólo hay una candidata, Ruth Nina, por un partido considerado minoritario. Paz es también uno de los pocos candidatos de oposición que ha presentado un programa de gobierno, aunque allí no aparece reflejada ninguna demanda de género.
El candidato y exvicepresidente indígena, Víctor Hugo Cárdenas, también adelantó parte de su programa; sin embargo, tiene posturas similares a la de Jair Bolsonaro respecto a la familia, que debe ser la tradicional, ignorando las diversas formas familiares donde existe un amplio porcentaje de familia monomarental (sólo está a la cabeza del grupo familiar la madre); respecto al aborto, que continúa siendo rechazado y penalizado; a los movimientos Lgtbi absolutamente repudiados, tanto o igual que el feminismo considerado uno de los grandes males de la sociedad. Así vamos.
De la mayoría de candidaturas, inclusive la que tiene mayor aceptación en las encuestas, la del ex presidente Carlos Mesa, prácticamente no se sabe nada respecto a su programa de gobierno y de lo poco que se ha dicho, generalidades como la lucha contra la corrupción, no se habla de los feminicidios y múltiples formas de violencia y discriminación hacia las mujeres.
La mayoría de los candidatos están enfocados en evitar que Evo Morales se presente a las elecciones y piden que se respete el resultado del referéndum del 21F sobre su repostulación que, aunque perdió por un porcentaje menor al 2% de los votos, efectivamente perdió.
Por cierto, es un mínimo porcentaje de votos en contra logrados, según dicen desde el oficialismo, gracias a la campaña de desprestigio lanzada días antes. Para quien apoya a Morales, debe resultar difícil de digerir que los 12 años de crecimiento económico alcanzados en este Gobierno, la reducción de la pobreza, del analfabetismo, la construcción de carreteras e infraestructura educativa y hospitalaria, se vean contrarrestados por muchos casos de corrupción de gente de su partido y, en el momento del 21F, por esa campaña que se sostuvo en un aspecto que Morales lo tiene muy flojo: su visión de la relación con las mujeres, por su machismo expresado muchas veces en comentarios y por las serias críticas a su responsabilidad paterna.
Hay ocho candidaturas en carrera y, hasta hoy, pocas propuestas y mucha misoginia.