Medio: La Razón
Fecha de la publicación: lunes 19 de febrero de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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Para empezar, se anuncia que el 21F será un día de paro cívico nacional sazonado con alguna marcha y vigilias previas, y rematado con amplias concentraciones en plazas públicas, en especial de ciudades capitales. Tales movilizaciones están siendo convocadas desde diversos frentes: comités cívicos, un achicado Comité de Defensa de la Democracia (Conade), numerosas plataformas ciudadanas y partidos políticos de oposición. No están articulados, pero comparten una bandera común: la defensa del voto.
A fin de contrarrestar esas acciones de calle —vinculadas a la oposición—, la oficialista Coordinadora Nacional por el Cambio (Conalcam) y voceros aislados del MAS, con menor convicción, advierten que ese mismo día realizarán actos de proclamación de la candidatura presidencial de Evo Morales. Es evidente que se trata de un error político, tanto que el propio Gobierno comunicó la no participación de Morales, ya que su agenda estará concentrada en atender emergencias ocasionadas por la lluvia.
Más allá de lo que ocurra el 21F, con la esperanza de que la jornada transcurra de manera pacífica, ¿qué se espera para el 22F? En parte dependerá de las señales y fortaleza de las movilizaciones. Quizás la ruta crítica contra la reelección sea trazada en el manifiesto anticipado por algunas plataformas ciudadanas que, reacias a formar partido, no comulgan con los partidos políticos de oposición ni, menos aún, con sus líderes. Así, la normalidad del día después estará marcada por la intensidad del día “D”.
Como sea, es previsible que las acciones del 21F no logren alterar la decisión del presidente Morales (del aparato oficialista) de proseguir con la agenda de repostulación en los comicios 2019. Ante ese inamovible dato, ¿qué hará la oposición política? Ya lo está haciendo: activar demandas ante la CIDH, presionar a los nuevos magistrados del TCP para “bajar” el fallo de sus antecesores e imaginar que el TSE podría incumplir una sentencia constitucional. Seguirá también la política en las calles.
Si bien faltan 20 meses, nada menos, para las elecciones generales, ya es un lugar común sostener que desde el referéndum constitucional de 2016 está instalada una opaca precampaña electoral, por ahora con un disminuido Evo como candidato único. Del lado opositor, las plataformas ciudadanas no quieren partido y los partidos tradicionales no renuevan programa ni liderazgos. Más allá del balance, después del 21F vendrá el 22F, con persistente temporal y renovada polarización discursiva.