Los partidos que ocupan el escenario político actual tienen sus posiciones programáticas, aunque no han recibido suficiente publicidad y, como se puede observar, brillan por sus tendencias positivistas y pragmáticas que, sin embargo, tienen algunos rasgos de objetividad y no se ocupan de ambigüedades tan frecuentes y reiterativas en el oficialismo y que más parecen declamaciones escolares.

Aparte de esas proposiciones, algunos políticos destacados también las hacen conocer y entre ellos está la de Eric Cárdenas del Castillo, titulada como “Una propuesta alternativa al populismo”, publicado en EL DIARIO (21-X-18), la misma que se caracteriza por plantear en forma concreta asuntos candentes reales de la actualidad nacional y alejándose de conclusiones genéricas.

Entre quince proposiciones específicas, Eric Cárdenas -abogado, publicista, escritor- menciona soluciones para los defectos de la administración del Estado, la necesidad de dar soluciones efectivas a la aplicación de la justicia, la gestión legislativa, la administración de los recursos económicos del pueblo y otros aspectos de Estado.

No se limita a plantear aspectos objetivos, sino también enfoca temas concretos, así como otros de carácter subjetivo, como el control de la moral funcionaria y la moral política en particular, acudiendo a idóneos profesionales para lograr eficiencia en la gestión de la cosa pública: la lucha contra la corrupción, que debe ser “tarea de Estado”; la necesidad de una política de austeridad; la conformación de una política exterior dejando de lado relaciones de corte ideológico, dejar atrás la política de la prebenda, etc.

En síntesis, Cárdenas ofrece -desde un punto de vista de oposición de izquierda- un Plan estratégico para adoptar el modelo de “desarrollo económico y social nacional revolucionario”, ajustado a la realidad para retornar a la construcción de la Nación y el Estado nacional y democrático, empezado hace años, pero interrumpido e inconcluso por obra de corrientes caóticas que, bajo banderas populistas de todo tipo, trataron de imponer recetas metafísicas.

Esa proposición, que recibió amplia publicidad y comentarios, niega, pues, la idea oficialista que cree que es ¡“la única”! depositaria de la verdad y de la capacidad de redactar programas políticos. Es más, señala concretamente los grandes problemas nacionales y propone su solución al margen de especulaciones dogmáticas y ambiguas que utilizan el oficialismo y la oposición de derecha para confundir a la opinión pública y así ganar en río revuelto.

El autor de “Una propuesta alternativa al populismo” seguramente tiene proyectado ampliarla, haciendo referencia a la necesidad de un movimiento que no solo cambie el gobierno sino también el régimen, mediante una acción de fondo, con un gobierno realista, que reúna una Asamblea Constituyente que dicte una nueva Constitución, llame a elecciones libres y, en síntesis, ponga fin al populismo utópico.

Lo que en todo caso se subraya es que es una falsedad y un error al mismo tiempo, que la banda gobernante sea dueña exclusiva de la verdad y posea el privilegio exclusivo de elaborar el ¡“único”! programa político, cuando, en realidad, existen muchos otros con cualidades invalorables.