Medio: Ahora el Pueblo
Fecha de la publicación: sábado 13 de abril de 2019
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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Esta actitud, esta evidencia material, hizo que se inventara un nuevo movimiento más intuitivo que formal, más visceral que racional, una corriente de bolivianos, de la antipatria, una mezcla de envidia, odio e impotencia que habían sido serviles al imperio.
Los púlpitos, los micrófonos y la tinta comenzaron a destilar esa conducta con mucha carga racista, el fantasma del siglo XXI tenía nombre apellido y como una docena de apodos. Una de las mayores exponentes de ese servilismo “rastrero e indignante”, como calificaba un ministro de Evo.
Mediante una carta, esa casta colonial apegada a los intereses del Gobierno estadounidense, expresa el grado de domesticación del imperialismo norteamericano en un sector político del país, para ejecutar una estrategia que atenta contra la soberanía de Bolivia, bajo la tutela mental, cultural y política de la embajada americana.
Actitud que no hace otra cosa que demostrar el grado de éxito de la política norteamericana en los sectores de la derecha que históricamente han tenido un comportamiento antipatria y antinacional. Son los ‘soplones’ de la embajada de EEUU, aquellos que entregan información de primera mano del parlamento boliviano a autoridades de ese país.
Son esos políticos que reciben plata de esa embajada y que con vidrios ahumados asisten a reuniones secretas, es esta la expresión de la derecha que continúa recibiendo el mandato de sus principales amos y que pretende imponer esas directrices a las que pretendieron acostumbrar a las fuerzas conservadoras de Bolivia.
Semejante atrevimiento de una casta colonial, desesperada del poder, inventa ahora una carta a su amo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, para pedirle que interceda y evitar que Evo Morales vuelva a postularse a la presidencia de Bolivia. Por su puesto que el Gobierno condenó la iniciativa y acusó a los autores de actuar contra el país y de ser operadores de un plan conspirativo alentado por el senado estadounidense.
La carta, que está firmada por la senadora Carmen Eva Gonzales y los diputados Amilcar Barral, Enrique Siles, Agustín Condori, Norma Piérola, Susana Campos, Cira Castro, Yeimi Peña, Rodrigo Valdivia, María Eugenia Calcina, Isabel Villca y Édgar Rendón. Además de, Alain Claros, del Movimiento Humanista de Bolivia, Roger Martinez, y María Analin Suárez, quedará para la historia como otra vil traición a la patria.
Estamos viendo cómo en los años 50, 60, 70 del siglo pasado, el terrible fantasma que no dejaba dormir a beatas, frailes, falangistas y a los acumuladores de poder fue el comunismo. Aún hoy existen algunas personas que cuando se dice “¡comunismo!” se santiguan y rezan tres avemarías, pero cada vez son menos.
Hoy los nietos de los anticomunistas han encontrado nuevos fantasmas, uno que llegó de Venezuela y otro que emergió del trópico cochabambino. Este fenómeno de los nuevos ‘antievo’ tiene las características de todos los fanatismos universales, es una especie de ‘verdad revelada’ que cerca de 4 millones no hemos tenido la gracia de escucharla.
Cada día se prepara una artera pildorita para que sea ‘tragada’ por el lector, oyente o televidente, o el que se conecta a las redes sociales, ponen en práctica la sentencia popular que una gota permanente horada la piedra, lamentablemente eso no está ocurriendo; debe ser porque la gota se evapora o la piedra es muy resistente.
Los nuevos serviles al imperio siempre tuvieron un rostro perverso, recordemos la Alianza Anticomunista Argentina, que tiene cerca de 30 mil muertos-desaparecidos.
El antievismo se entronca ahora también en nuevos rostros, que llegan con disfraz de ‘izquierdistas’ o columnistas de quinta, como los que tenemos en Página Siete, ahí lo tenemos a uno que recorrió los caminos ‘fierreros’, pero hoy se cobija en ser defensor del medioambiente con matices amarillistas propios de los que no son ni chicha ni limonada.
Estamos en un tiempo de construcción de futuro, con todas las dificultades que tiene un país, ignorado y ninguneado durante siglos. Nos hemos puesto de pie con muchas dificultades, pero a muchos intereses y muchos interesados esto no les agrada y están empeñados en ver nuevamente a nuestros gobernantes acudir de rodillas ante los poderes imperiales. Esa es la miseria de los serviles al imperio.