Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: lunes 08 de abril de 2019
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Ejecutivo
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En aquellos países, esa voluntad de reducir el dinero que se destina a los desplazamientos de sus gobernantes se traduce en decisiones como optar por los vuelos comerciales para los viajes internacionales de sus gobernantes y eliminar futuras adquisiciones de aeronaves destinadas al uso presidencial.
Y la austeridad en los gastos que realiza un jefe de Estado en sus desplazamientos puede llegar más lejos aún. Como ocurrió en Holanda, donde su primer ministro fue pedaleando desde su despacho hasta el palacio real, para entrevistarse con su monarca.
La actitud de este primer ministro corresponde plenamente al carácter holandés –tan amante del uso de la bicicleta– y al verdadero espíritu de servicio de funcionario público que es –lo mismo que cualquier presidente– y que, en su caso se evidencia en gestos tan simples como limpiar él mismo el café que derramó en el piso.
La voluntad de austeridad de aquellos cinco presidentes americanos está motivada, seguramente, por reducir el déficit fiscal que registra cada uno de sus Estados, igual que el nuestro.
En nuestro país, la vocación de servicio y la actitud de igualdad entre ciudadanos –sin necesidad de cartelitos que nos la recuerden– son extranjeras. Como el primer ministro holandés que limpia el suelo que ensucia y, seguramente, también rehace el nudo desamarrado del cordón de su calzado.
Y, claro, lo que cuesta al Estado el desplazamiento y transporte del primero y más importante de los funcionarios públicos, nuestro Presidente, no es un asunto que vaya a cuestionarse.
No es que el Primer Mandatario “…se va de fiesta... ni está ahí paseando”, respondió –sin ironía–, el ministro de Defensa cuando la prensa puso en cuestión el elevado costo que significan los desplazamientos del presidente en helicóptero, incluso en tramos tan breves como el que separa la presidencia presidencial de San Jorge de la Casa Grande del Pueblo, la nueva sede de la Presidencia, dotada de un helipuerto.
Los vuelos en helicóptero no son exclusividad del Presidente. No. Son también un privilegio del Vicepresidente… y de su pequeña hija, como todo el país pudo constatarlo en esas tiernas imágenes que muestran al segundo hombre más importante del país en afanes de amoroso padre de familia, bajando de un helicóptero del Estado, cuyas operaciones, combustible y mantenimiento las paga el Tesoro General.