Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: domingo 07 de abril de 2019
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Ejecutivo
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
Casi de inmediato, el gobierno de Evo Morales respondió a los oyentes, a través del Ministerio de Trabajo, encabezado esa vez por el socialista Gonzalo Trigoso, con un comunicado dictatorial:
“El Ministerio de Trabajo recuerda que están vigentes en el país normas para el control del lavado de dinero, financiamiento del terrorismo y otros delitos financieros. Es importante destacar estas normas cuando hay medios de comunicación que abren cuentas bancarias para supuestamente recibir apoyo de la población (…). Además, estas recaudaciones tienen la finalidad de mantener la confrontación con el gobierno de Evo Morales, en una abierta acción política de oposición”.
Antes de la chorrada de normas que, supuestamente, respaldaban su amenaza, el gobierno repitió su consigna favorita: “Los organismos internacionales del imperialismo, como la CIA y otros, pueden utilizar esos mecanismos para continuar con sus ataques en contra del Gobierno del Proceso de Cambio”.
El objetivo del masismo estaba clarísimo: evitar la existencia de un medio independiente que responda solamente a los intereses de la comunidad y sea financiado por sus oyentes.
Recuerdo este episodio a propósito de la reciente solicitud de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) al gobierno de Morales de modificar su política de asfixia a los medios independientes, y en respuesta a dos asambleístas masistas que negaron el uso de dinero público para castigar y premiar medios.
Esta política autoritaria comenzó poco tiempo después que el MAS llegó al poder en 2006. El éxito de esta arbitrariedad lo confirmó el mismo presidente Morales, en una entrevista con El Deber el 24 de septiembre de 2013.
“Usted dijo que los periodistas somos su principal oposición. Ahora se dice que PAT, Full TV y ATB son amigables con el Gobierno, ¿esa percepción también cambió?”, preguntó el matutino cruceño en aquella ocasión.
“También está Gigavisión… Antes sentía que el 80 o 90% de los medios eran mis opositores. Ahora quedan 10% o 20% de opositores”, respondió Morales.
¿Por qué algunos medios cambiaron su línea editorial? ¿Milagro? No.
El vicepresidente Álvaro García confirmó el 11 de agosto de 2015, sin querer, que el cambio no fue producto de un milagro, sino resultado del uso arbitrario del dinero público vía propaganda.
“Nos van a decir: ‘oiga Presidente, ¿por qué no se da a este medio publicidad?’. Lo decimos abiertamente que hay medios que mienten, hay medios que no informan, sino que hacen política partidaria y por eso como Gobierno no vamos a dar recursos porque son para partidos, políticos y encima mienten y siempre lo hemos confrontado”.
En suma, nada a periodistas y medios que informan y mucho dinero a medios y periodistas afines al MAS. Veamos si fue así.
Un estudio de audiencia, realizado entre 2014 y 2015 por la empresa ANDA en La Paz, Santa Cruz, Cochabamba y El Alto y presentado por la opositora Unidad Demócrata (UD), reveló que ATB, PAT y BTV se llevaron el 55% de toda la publicidad estatal, lo que representaba, en ese momento, 60 millones de dólares, pese a que esos medios concentraban sólo el 10% de audiencia, según otro estudio de medición.
El arbitrario uso del dinero público se reprodujo en otras regiones, entre ellas: Tarija. El 18 de agosto de 2015, ANF informó que, en 2014 (tiempos del inefable masista Lino Condori), casi nueve de cada 10 bolivianos, destinados por la Gobernación de Tarija a publicidad en medios impresos, fueron entregados únicamente al periódico El Andaluz.
Dados estos antecedentes, me pareció algo ingenua la nota de la Asociación Nacional de la Prensa titulada: “La ANP delinea agenda de trabajo con el Ministerio de Comunicación”.
La actitud del ministro de Comunicación, Manuel Canelas, aplaudida por la nota de la ANP, no es más que una estrategia electoral para poner un barniz democrático al gobierno totalitario.
En 13 años, el MAS ha demostrado que no quiere periodistas, sino propagandistas; tampoco quiere medios independientes, sino afines. Si logra quedarse hasta el 2025, aplastará a los últimos sobrevivientes.