Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 14 de febrero de 2018
Categoría: Conflictos sociales
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En riesgo de extinción
Sueños o pesadillas y la sentencia de enero
El discurso presidencial que precede en dos días a la apertura de la Feria de Alasita y condensa los éxitos que el Presidente identifica en el año previo de gestión nos dio el tono, esta vez, de la plantilla que planea usarse para promover la cuarta candidatura presidencial a fines de 2019.
La consigna del año ha sido “¡sueño cumplido!”, con la que, candidato y
seguidores, se proponen martillar en la cabeza de los votantes, que de
todos los jefes, candidatos, dirigentes y salvadores que pudimos haber
escogido en nuestra historia, solo uno, el actual, ha sido y es capaz de
corporizar nuestras ilusiones, de hacerlas transitar del campo de los
anhelos a la materialidad de las realizaciones.
La idea es que en el camino nos olvidemos de que el supremo
representante de la revolución democrática cultural podría volver a
ocupar una casilla en la papeleta de la próxima elección general gracias
al uso de las trampas más viejas y retorcidas de las tradiciones
políticas y, por encima de todo, a haber cancelado, ignorado y
atropellado la voluntad soberana que hace dos años le dijo
inconfundiblemente no a sus aspiraciones de reelección.
La tarea de nublar el episodio de la turbia sentencia del TCP queda en
manos de los abogados del régimen y también, en alguna medida, de los
que critican desde la orilla opuesta, porque el poder constituido confía
en que el pesado intercambio de citas e interpretaciones terminará de
enturbiar el fondo del asunto, que consiste en que ningún juez o
tribunal puede usurpar y enajenar la soberanía popular. Que cualquier
sentencia que lo intente es automáticamente nula e inaplicable.
Pero, mientras dure el barullo del intercambio de interpretaciones
jurídicas, el Presidente quiere que lo acompañemos siguiendo el
adormecedor y fascinante ritmo de los sueños cumplidos, espacio en el
que es también necesario que ayudemos con alguna indulgencia, porque
gran parte de las obras ya realizadas presentan fallas y observaciones
en la manera en que fueron contratadas, realizadas y entregadas y,
consecuentemente, en su calidad, durabilidad y confiabilidad.
Y lo que vale para el pasado y el presente se hace aún mayor para el
futuro, que es cuando se quiere que confiemos más en que las obras serán
mayores, más sólidas, pertinentes y angustiosamente necesarias.
Es exactamente de ese modo como el Presidente demanda nuestra
resignación para que se cumpla e imponga su programa reeleccionario, que
el MAS llama agenda 2025 o, más presuntuosamente, agenda patriótica,
que determina arrasar más de 10 millones de hectáreas de bosques,
lesionar la cuenca de los ríos más importantes del país y, de modo más
general, a que intentemos por otros 20 años más anacrónicas iniciativas
de industrialización, tal como lo venimos haciendo desde el siglo
anterior.