Todos queremos ser vitalicios

Según los diccionarios corrientes, vitalicio es o quiere decir algo que dura toda la vida, definición que iluminó la faz de nuestro Presidente, pues confirmaba su posición respecto no sólo a la presidencia de nuestro país, sino a todo aquello que le produce algún gustiriquitín como ser las prácticas futbolísticas, su amistad “desinteresada” con los cocaleros del Chapare y algunos amorcillos que también los ha pagado con cargos de eterna duración o de fortunas que podrían durar toda la vida.

Anticipo mis apreciaciones porque fue el  propio Evo Morales quien me recordó a través de la radio que la Constitución Política de Bolivia de 1826 establecía que la presidencia de este infortunado país debería ser de carácter vitalicio; dato histórico que seguramente lo descubrieron sus más próximos colaboradores que se nutren de todo libro que pudieran favorecer los designios políticos del partido que dirige el actual mandatario.

Fue mi corresponsal en el Palacio Real de la plaza Murillo quien me comunicó la dicha del mandamás al conocer esa disposición más que centenaria donde los patriotas de entonces ya presintieron la venida al mundo de un ser tan extraordinario como el número 10 del equipo de fútbol de la presidencia, seguramente influenciado por otro inmortal del fútbol argentino que se llama Diego Maradona, casualmente admirador de Evo.

Sin ánimo de hacer introspección psicológica, mi discípula periodística me preguntó si yo no sería también partidario de que los amores y bienes que actualmente tenemos pudieran durar toda la vida, última frase que recalcó cantándome en la oreja la letra del conocido bolero “toda una vida, estaría contigo” que no hace otra cosa que trasuntar esa ambición secreta que sentimos todos los seres humanos, cual es la de gozar de un amor o de un  bien que nunca perezca.

Llevado de mi natural fantasía dije a mi corresponsal que tal vez al fundarse la República  algún padre de la patria tuvo la inesperada idea de que los dioses mirarían con buena voluntad a la hija predilecta del Libertador Bolívar y presintieran la aparición de ese ser tan imprevisible como el que nació en Orinoca, departamento de Oruro, que alegrase con su trompeta algunos carnavales y después se marchase al Chapare desde donde fue lanzado a la aventura política, con los resultados  históricos que son conocidos por todos nosotros y que también son de conocimiento de mi comadre Macacha, quien se alegró mucho al saber que Evo ya  fue propuesto como Presidente Vitalicio en 1826.