Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: martes 02 de abril de 2019
Categoría: Institucional
Subcategoría: Tribunal Supremo Electoral (TSE)
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Se trata de un hecho grave, pues la realización de campañas y elecciones transparentes es el pilar más importante del sistema democrático. En la medida en que se garantice un proceso electoral transparente, equitativo y libre, y se respete la voluntad popular expresada en los resultados de los comicios, se consolida el sistema democrático y quienes se benefician del apoyo electoral pueden cumplir su gestión con la fortaleza para enfrentar los diversos problemas que conlleva la administración estatal. A la inversa, si el proceso electoral es amañado, las autoridades se parcializan y buscan manipular los resultados, no sólo que sus responsables son descalificados sino que quienes se benefician de resultados dudosos no tendrán la legitimidad que les permita desarrollar una buena gestión política.
Basta revisar nuestra historia reciente para respaldar lo señalado. Solo la decisión de organizar una corte electoral independiente, con reconocidas personalidades, posibilitó que la democracia, como sistema recuperado por la gente, pueda enfrentar las difíciles circunstancias que desde 1991 atravesó el país. Por ello es que bajo el paraguas democrático –como hemos reiterado en forma insistente– han podido acceder al poder representantes y propuestas tan divergentes como la que prevaleció hasta 2003 y la que ahora dirige los destinos del país. En cambio, la actuación errática y claramente sectaria de las autoridades del actual Órgano Electoral ha hecho que la gente no sólo desconfíe de ellas, sino que además dude de los resultados, extremo que provoca, en el corto plazo, poner en duda la legitimidad de las autoridades elegidas de esa manera y que al cerrarse el espacio de convivencia democrática no falten quienes quisieran caminar por otras sendas.
En este sentido, ¿cómo es posible que se impulse y acepte desde el poder que las autoridades electorales actúen de esa manera, al punto que los observadores electorales con experiencia las hayan cuestionado con severidad?
Es de esperar, empero, que la lógica democrática se imponga y, reconociendo errores y traspiés, renazca una vocación para legitimar el poder electoral, recuperar el compromiso de mantener y profundizar la democracia y respetar la voluntad popular que se expresa en las urnas. Ir por otro lado, hay que decirlo claramente, es sembrar semillas de confrontación y violencia.