Medio: El Diario
Fecha de la publicación: martes 13 de febrero de 2018
Categoría: Autonomías
Subcategoría: Autonomía Indígena
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El clima que se registra en horas de la tarde en esta región puede llegar a calar los huesos, en las calles no existen rastros de personas. Da la impresión de que no hay habitantes, solo una tienda está abierta.
Tras el llamado a través de un parlante para que se concentren en la plaza principal 6 de Agosto; los adultos salen de sus casas, algunas de estas mantienen su forma original circular (para evitar el golpe del viento son llamados Putukhi y Huaylluchi). Están acompañados por niños, la mayoría de entre tres a 12 años.
Pero no se divisan a los adolescentes o jóvenes, la mayoría están en Chile, Argentina o Perú; otros se fueron a Santa Cruz. Al consultar a los pobladores por qué no están los jóvenes, responden que fueron por dinero. La mayoría habla su idioma de origen, el pukina.
LISTOS PARA IRSE
Una vez que concluye las labores educativas, en el único establecimiento educativo que se encuentra en la plaza principal, los adolescentes y jóvenes alistan la ropa necesaria, el poco dinero que pudieron ahorrar durante todo el año y cruzan la frontera con Chile, deben pasar por Sabaya, Pisiga y llegar al puesto fronterizo de Colchane del vecino país. Todo ese trayecto es para quienes cuentan con una visa de residencia temporal de tres meses que otorgan las autoridades chilenas.
Sin embargo, muchos de los originarios deben cruzar la frontera de manera ilegal, porque no cuentan con los recursos necesarios para obtener este documento, al ser ilegales corren la suerte de ser encontrados por los carabineros y llevados a dependencias de la policía chilena.
EFECTO MIGRATORIO
El terreno donde se encuentra la nación Chipaya es salitroso y cuenta con un clima frígido, el suelo no es apto para el cultivo de hortalizas y lo único que produce es quinua, cañahua y papa.
La nación indígena está compuesta por cuatro ayllus: Aranzaya, Manazaya, Wistrullani y Ayparavi y está ubicado en la tercera sección de la provincia Sabaya del departamento de Oruro, quienes dependen del río internacional Lauca, que es usado para desalinizar la tierra y cultivar sus productos.
El comunario del ayllu Wistrullani, Crimaldo Quispe, manifestó que la producción de estos productos es mínima y que solo es para el consumo de los pobladores. Si bien se dedican a la crianza de llamas, los recursos que obtienen de la venta de la carne y la lana no son suficientes para subsistir.
La falta de incentivos en la producción o la implementación de carreras técnicas, que es una obligación de las autoridades regionales y del Gobierno central obligan a los jóvenes a migrar. Muchos de estos se quedan a vivir en Chile y retornan a su pueblo solo en ocasiones importantes o para visitar a sus padres.
Susana Quispe de 39 años, originaria de esta comunidad, se vio obligada a dejar a sus padres desde los 24 años, con la finalidad de buscar trabajo y mejores ingresos económicos debido a que su papá estaba delicado de salud.
Desde hace 15 años que vive en Antofagasta, obtuvo un terreno en esa región y se dedica a la agricultura, su papá falleció y solo retorna a su pueblo querido para visitar a su mamá, mujer de la tercera edad que sobrevive con lo poco que puede cultivar.