Medio: Ahora el Pueblo
Fecha de la publicación: sábado 30 de marzo de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Y ahí vemos las reacciones, como que la alianza Bolivia Dice No firma un acuerdo con la agrupación ciudadana Pueblo, liderada por los diputados opositores Rafael Quispe y Wilson Santamaría, de cara a esos comicios del 20 octubre.
Quispe, quien fuera parte de Unidad Nacional y del que esperaba que su jefe máximo lo proponga como candidato a gobernador, pateó el tablero de UN, entra al juego de la política tradicional del pasado y ya se pone a las órdenes de su otro jefe, Óscar Ortiz, y ahora en alabanzas ha considerado a la alianza Bolivia Dice No como el “único partido” que luchó contra la corrupción dentro de la actual administración del presidente Evo Morales.
Al mejor estilo del Felipillo colonial, había nacido una alianza que solamente perjudicó al pueblo, las migajas que recogía el pueblo no podían compararse con la venta de las propiedades estatales, y ahora Rafael Quispe cree que yendo al lado de Óscar Ortiz es la única “oposición verdadera” y descalifica a las otras candidaturas, en especial la de Carlos de Mesa, a quien hace un tiempo tildó de “racista”.
Es triste ver el juego sucio de la política con la práctica de un transfugio a plena luz del día de los que en algún tiempo crearon una atmósfera de cambio, de lucha anticolonial. Es también triste ver esa doble recolonización. ¿Los motivos? Pensamos que solamente se debe a las ambiciones naturales en personas que no pueden convivir con sus fantasmas del pasado y tienen que mostrarse tal como son.
Volviendo a la idea de una “oposición verdadera”, como nos plantea Quispe. Si la candidatura de Ortiz se autodefine como la oposición que “luchó 13 años” contra el proyecto oficialista, las otras candidaturas en carrera serían algo así como una oposición funcional, advenediza o falsa; una oposición siamesa del MAS. No sabemos qué podría ser.
De paso, estos diputados se autonombran “transparentes” porque al justificar su rol como legisladores le piden a De Mesa que rinda cuentas sobre su labor como vocero de la causa marítima. A más de uno le valdrá un comino lo que diga de eso Carlos de Mesa, e incluso a ellos mismos, lo que quieren es visibilizarse como quienes son los que cumplen su tarea y dicen que son ellos los únicos “transparentes”.
El apoyo de los diputados Quispe y Santamaría a la candidatura de su colega Ortiz les valió la acusación de tránsfugas. Al haber asumido una filiación distinta al partido (UN) con el cual fueron electos, incurrieron en esa práctica del pasado, en lo sucio de la política: el transfugio.
Al escuchar a Quispe y a Santamaría como los impolutos y transparentes estamos afirmando que la intencionalidad de esa práctica política se queda en otro antecedente más de los que conocíamos del pasado. Con tales deslindes políticos está claro que los opositores no aprendieron nada y, por ello, las generaciones de hoy ya no les creerán a la hora que hagan propuestas más adelante.
Seguramente este escenario de crear junt’uchas, como la de Quispe y Santamaría, nos llevará a otras sorpresas en otros terrenos, como Cochabamba o Santa Cruz, y ya no nos sorprenderá que un tal Alejandro Almaraz o un Álex Contreras también hagan sus junt’uchas para reforzar a los partidos opositores que llegan sin fuerza y, como ellos quieren estar vigentes, difícilmente se apartarán de la vida política porque viven de eso.
Estamos en tiempos del Pachakuti, los colonizadores quieren nuevamente mostrarnos que están puros e inmaculados para justificar su retorno. Ya Eduardo Galeano nos anunciaba que vivimos en tiempos de un mundo al revés, en “este mundo que se divide, entre indignos e indignados, y ya sabrá cada quien de qué lado quiere o puede estar… Los pies del tiempo caminan en nuestros pies. A la corta o a la larga, ya se sabe, los vientos del tiempo borrarán las huellas”.