Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: domingo 31 de marzo de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Intentaron embarrarlo, escarbando en su gestión como Vicepresidente y Presidente, pero no lo consiguieron; intentaron procesarlo por el caso Quiborax y tuvieron que retroceder, aunque es lícito imaginar que pueden utilizar éste o cualquier otro hecho en cualquier momento, especialmente si la adhesión ciudadana hacia su candidatura favorece su elección.
Lo que constituye una verdadera muestra de la degradación de la política en Bolivia, es que dos personajes de la oposición se hayan dedicado a difamar a Carlos Mesa, calumniándolo de haber recibido montos de dinero que nunca recibió y, muy sueltos de cuerpo, aprovechando la impunidad parlamentaria -digo bien impunidad-, tratan de erosionar su candidatura
Los diputados Wilson Santa María y Rafael Quispe, luego de unirse a la candidatura de Óscar Ortiz, ensimismado por una adhesión que no llega a la mitad de la que tiene Mesa, se han lanzado a una guerra sucia que sólo beneficia a los candidatos interdictos del MAS. Aunque proclamen lo contrario, ellos sí encarnan la judicialización de la política, que es la otra cara de la medalla de una justicia corrupta que se utiliza para denigrar a las personas y convertir a lucha política en una farándula permanente.
Lo ocurrido refuerza, a mi modo de ver, la decisión de Mesa de no buscar la unidad por la unidad, porque ciertamente hay sumas que restan. Al momento que escribo esta nota, Ortiz aún no se había pronunciado, ojalá actúe con decencia y rechace la infamia de esos dos diputados. El escenario electoral no puede ser peor.
Tenemos los candidatos ilegales del oficialismo utilizando recursos ingentes del Estado para una campaña permanente, un Tribunal Electoral que ni siquiera necesita ser como la desgraciadamente célebre “banda de los cuatro”- sus miembros sólo necesitan obedecer- y unos partidos de oposición que si ganaran acabarían de hundir a nuestro país.
Mesa, por el contrario, crece ante los ataques y da muestra de entereza ante un escenario adverso. La propuesta de un gobierno sustentado en la participación ciudadana deberá desmontar el prebendalismo gubernamental y todas las demás prácticas corporativas que hoy ocupan el espacio político, erosionando la democracia. No la tiene fácil pero es, sin duda, el único candidato que inspira respeto y eso ya es mucho decir.