Medio: El Diario
Fecha de la publicación: sábado 10 de febrero de 2018
Categoría: Conflictos sociales
Subcategoría: Problemas de gobernabilidad
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Antes de 1952 la población del país estaba estratificada, por un lado, en un estamento social privilegiado y, por otro, una capa social formada por el semiproletariado minero y una masa de colonos urbanos y esclavos rurales, condiciones históricas que fueron cambiadas por la Revolución de Abril. La población boliviana empezó a vivir, desde entonces, en un nuevo clima de libertad, con capacidad para organizarse en nuevas clases sociales.
Entonces, en su evolución natural se creó una corriente social cada vez más fuerte formada por una naciente burguesía y un emergente proletariado que buscaban libertades plenas para su desarrollo, proceso que era obstaculizado por el gobierno de entonces y que, más bien, empezó a tener representación en nuevas expresiones políticas. Esa situación produjo el golpe restaurador de 1964 y un nuevo gobierno en el cual esa nueva composición social depositó todas sus esperanzas para lograr desarrollarse, aunque a poco de andar encontró que más bien frenaba y evitaba cumplir sus necesidades.
Pese a todo, la nueva conformación social del país y, en particular, de la burguesía en pañales, se siguió desarrollando, sin que los siguientes gobiernos militares y civiles, que no comprendían las leyes del desarrollo económico y político de la sociedad, puedan entenderla, lo cual determinó una larga etapa de golpes de Estado, violencia e inclusive terrorismo.
El nuevo régimen social engendró teorías de todo tipo, en particular el populismo, ideología con el punto de vista en torno a que el avance de la sociedad se determina no por el desarrollo objetivo, sino por el subjetivo, con la perniciosa noción de que se podría construir el socialismo sobre la vieja y descompuesta comunidad indígena preincaica, sin pasar previamente por la etapa capitalista. Tal fórmula estaba en la ciencia de “ideas” de ciertos personajes, tras de los cuales marchaba a ciegas la multitud. Es más, en medio de condiciones favorables, ese populismo siguió madurando hasta que llegó a su completa maduración con el partido de Evo Morales que, al tomar el poder, puso en aplicación el programa económico de la naciente burguesía y su consigna central ¡enriquecerse!, a como diese lugar.
Sin embargo, esa ideología fue superada por la burguesía emergente que sobrepasó toda ideología populista, en pos de la conquista de las completas libertades democráticas. Entonces por esa necesidad de libre crecimiento democrático se produjo la “asonada” de diciembre y enero pasados con características definidas.
En efecto, el movimiento ya no estuvo encabezado por la burguesía emergente, sino por un nuevo y fuerte sector de la burguesía nacional (médicos, transportistas, profesionales, gremiales y otros) que se formó y fortaleció desde tiempo atrás y combatía por derribar todos los obstáculos que se le oponen y alcanzar la plena libertad para desarrollar el sistema democrático. Es más, pasando por encima del populismo, otras clases sociales (nueva clase obrera, la clase media democrática, gremiales, sectores campesinos, etc.) se incorporaron a ese movimiento democrático, formando así una alianza con un objetivo común: realizar una revolución democrática.