Medio: El Deber
Fecha de la publicación: jueves 28 de marzo de 2019
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
Dirección Web: Visitar Sitio Web
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Parece que no ha sido suficiente corromper a los militares con prebendas y regalos. Es verdad que no se han rebelado hasta hoy, pero acercándose las elecciones que el MAS necesita tomar al asalto, hace falta que las fuerzas armadas den un paso más. Antes de que el pueblo diga otra vez No a Evo Morales con el voto, antes de repetir el 21-F, hace falta que los militares estén listos para enfrentarse a los resultados electorales y mantener en el trono a los adictos al poder. Esa es la misión del fantasmal formador de militares. Los prepara, les lava el cerebro, para que entiendan que ahora deben cambiar la defensa de la patria por la defensa del MAS y de sus nuevos reyes. Ahora deben ser parte del golpe de Estado.
El pueblo, que es el país, puede decidir el rumbo que le parezca mejor. El pueblo aprueba su Constitución y elige al que quiera como gobernante. El pueblo es la máxima y única autoridad. El pueblo es soberano y solo él decide su propio destino. Si alguien tiene autoridad en el país, es autoridad delegada del pueblo. Si alguien gobierna es temporalmente y por encargo del pueblo. El pueblo no es menor de edad que necesita un apoderado que tome decisiones en su nombre y no existe poder por encima del pueblo. Los militares no discuten ni deliberan. Obedecen ciegamente lo que decide el pueblo. Son un cuerpo armado, en primer lugar, para repeler cualquier violencia externa. En segundo lugar, son el cuerpo armado que hace respetar el orden constitucional y democrático decidido por el pueblo. Cuando se les encomienda defender la ley, actúan de oficio. Cuando alguien no acata las leyes o las decisiones electorales, ellos obedecen y vigilan.
¿Qué hacen encargando a los militares bolivianos que defiendan a un presidente o a otro? ¿Qué hacen enseñándoles cuál es el proceso que quiere o no quiere el pueblo boliviano? No existe militar ni titiritero con derecho a manejar esta tierra. Nadie puede imponer su capricho ni sus intereses.
¿Qué hace el Ministerio Público que no envía a la cárcel al profesor de golpismo y a los que lo contrataron? ¿Qué hace Migración que no lo pone en la frontera? ¿Qué hacen todas las autoridades impasibles ante el anuncio del delito militar? ¿Cómo escucha la noticia el Parlamento sin saltar como un resorte ante la noticia? Todos debieran encarcelar al profesor de las charlas a los golpistas para que arrebaten al pueblo la soberanía. Ni presidente ni ministros, ni parlamentarios, ni jueces supremos están por encima de la decisión nacional. Y, si la violan, debemos saltar todos a defenderla.