Medio: La Razón
Fecha de la publicación: sábado 23 de marzo de 2019
Categoría: Institucional
Subcategoría: Tribunal Supremo Electoral (TSE)
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Por disposición de la Ley del Régimen Electoral, el TSE tiene atribución para convocar elecciones de mandato fijo, como las presidenciales. El proceso implica una convocatoria formal, prevista para el 20 de mayo. Y un calendario electoral, de al menos 150 días, con todas las actividades hasta el día de la votación y la posterior entrega de resultados y de credenciales a las autoridades electas. Aunque hay experiencia acumulada de más de tres décadas, cada proceso plantea innovaciones y desafíos.
A diferencia de anteriores procesos, los comicios de este año llegan marcados por una fuerte polarización y querella en torno a la reelección. Este hecho condiciona el debate político-electoral. Así, una decisión simple como la fecha de elecciones, que no debería provocar mayor comentario, enfrenta hoy al oficialismo y la oposición: allí donde unos ven un TSE autónomo y “sensato”, otros observan “sumisión” y maniobra. En esta competencia, que no se compadece de las instituciones, no caben matices.
Con tino, el Tribunal Electoral eligió el tercer domingo de octubre para la jornada de votación. Hay razones atendibles para ello. La principal, ineludible, es la obligación de garantizar el ejercicio del derecho constitucional al voto de todas y todos los bolivianos, incluidos los residentes en el exterior. Pero hay también cuestiones logísticas. Sería difícil que nuestros compatriotas voten en Argentina el mismo día de las elecciones en ese país. O que haya una eventual segunda vuelta al borde de la Navidad.
Por ello resulta mezquino que el cálculo político desplace a las razones. Claro que la interpelación opositora al TSE tiene que ver con el innecesario pedido presidencial de cambiar día, cuando aún no estaba definido. Igual el candidato presidencial de los Demócratas, Óscar Ortiz, declaró hace unas semanas que aceptaba que se mueva “una semana para atrás o una semana para adelante”. Quizás se requiera un ajuste normativo. Algunos políticos creen mal que fijar la fecha de votación es sinónimo de “fraude”.
Ahora que las elecciones generales ya tienen fecha, más allá de disputas políticas estériles, se espera que el partido de gobierno y los partidos de oposición se concentren, en serio, en el proceso electoral. Para empezar sería bueno que hagan conocer sus plataformas programáticas. Será importante también la selección democrática de sus candidaturas al órgano legislativo. Y veamos cómo se desarrollan las campañas electorales, ojalá sin guerra sucia, en calles, medios y redes sociales; 20 de octubre es el día.