Medio: Ahora el Pueblo
Fecha de la publicación: sábado 16 de marzo de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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El columnista, quien se acredita como Ph.D. en Economía y profesor en Mercer University, Georgia, Estados Unidos, una institución privada fundada en 1833 y que al presente matricularía a alrededor de 7.300 estudiantes, descalifica el exitoso como soberano modelo económico boliviano y todo lo que representa: la propiedad e industrialización de los recursos naturales, la construcción de infraestructura vial, educativa y sanitaria, la redistribución de la riqueza, entre otros logros del Proceso de Cambio.
En su artículo “Todo es preferible a Evo Morales”, Saravia apuesta por una economía ortodoxa y apela a medias verdades y mentiras completas para arropar su tesis a la medida de los intereses de la derecha reaccionaria transnacional que respalda la candidatura de Mesa, vicepresidente de Gonzalo Sánchez de Lozada, el genocida y prófugo de la justicia boliviana.
Es por eso que aunque jura y perjura que Mesa no es el candidato ideal para restituir el neoliberalismo en Bolivia, conviene que es la única opción para desarticular el Estado Plurinacional y abolir todas las conquistas sociales que benefician al conjunto de las y los bolivianos.
“El país no solo necesita sacarse a Evo Morales de encima. Una vez que eso pase, el país necesita de una hoja de ruta que responda a un diagnóstico claro y valiente de sus problemas”, sostiene Saravia.
En su criterio, el “problema histórico fundamental de Bolivia” sería el supuesto “sometimiento del individuo por parte del Estado”, el “brutal avasallamiento del Estado aplastando las libertades individuales”, además del pago “del doble aguinaldo” y de “los sueldos mínimos”.
Según Saravia, “la riqueza la crean los individuos, no los Estados” y agrega que “si los individuos no lo pueden hacer por la intromisión estatal omnipresente, entonces Bolivia nunca saldrá del subdesarrollo”.
No obstante, no es necesario tener un título Ph.D. para objetar los dichos de Saravia y asegurar que la importancia del papel del Estado en la economía es innegable.
Y aunque para el profesor de Mercer University, Mesa no es un postulante serio, debería “proponer a voz en cuello la urgente necesidad de liberar al individuo del Estado” y, si es electo presidente, reducir el tamaño e influencia del Gobierno, despedir al 60% de los empleados públicos, reformar el sistema judicial, proteger a capa y espada la propiedad privada, abrir la economía y formalizar la libre importación, eliminar la mayoría de las regulaciones a la empresa privada, liberar el mercado laboral, anular el salario mínimo y el doble aguinaldo.
Y aunque no lo plantea puntualmente, es obvio que su propuesta también apunta a la privatización de los servicios básicos, de las empresas públicas y eliminar la gratuidad de la educación superior. Es decir, neoliberalismo puro y salvaje.
“No nos equivoquemos, el régimen actual no es de lo peor que le haya pasado a Bolivia solo por sus ansias de poder, sino precisamente por su proyecto político/económico que propone un socialismo trasnochado que sigue aplastando las libertades individuales. El día que Carlos Mesa entienda esto es posible que llegue a ser un buen candidato. Por ahora, es el mal menor”, afirma.
Ahora bien, lo que despectivamente —y con un alto grado de supina ignorancia de lo que ocurre en el país— Saravia denomina ‘socialismo trasnochado’, ha permitido que desde 2014 y de manera ininterrumpida la economía boliviana lidere el crecimiento suramericano y que todas las predicciones de los organismos financieros internacionales prevean que en 2019 Bolivia liderará por sexto año consecutivo el crecimiento económico regional.
Además, Saravia no puede obviar que ya en 2009, Bolivia encabezó por primera vez —algo impensable durante el neoliberalismo— el crecimiento económico de Suramérica.
Para la mayoría de los economistas el rol del Estado en la economía está plenamente justificado. En el caso boliviano, el Estado promueve la justicia e igualdad social con la redistribución de los excedentes económicos entre los segmentos poblacionales más vulnerables: niños, mujeres, adultos mayores y discapacitados, esencialmente.
A diferencia del retorno al neoliberalismo que plantea Saravia, el nuevo Modelo Económico, Social, Comunitario y Productivo, puesto en práctica desde 2006 por el gobierno del presidente Evo Morales, está orientado a convertir a Bolivia en un país industrializado mediante la acción coordinada de cuatro actores fundamentales: el Estado, propiamente dicho, y los sectores privado, comunitario y cooperativo, cuya integración configura un modelo de Economía Plural.
Es decir, es mentira que en Bolivia esté en vigencia el “sometimiento del individuo por parte del Estado” o el “brutal avasallamiento del Estado aplastando las libertades individuales”. No es cierto y los hechos desmienten al articulista de marras.
El presidente Morales tomó previsiones para estimular el mercado interno y no depender exclusivamente del externo. Ya lo dijo el ministro de Economía, Luis Alberto Arce, el Gobierno ubicó al Estado en una posición expectante al otorgarle funciones como las de planificar la economía, administrar empresas públicas, invertir en el sector productivo, asumir el papel de banquero, regulador y, entre otras más, redistribuir el excedente.
El nuevo modelo económico desarticuló la hipótesis del mercado eficiente, frente al cual definió al Estado como el actor fundamental de la economía y el que corrige las fallas del mercado, a despecho del neoliberalismo que considera que el mercado es el mejor y más eficiente administrador de los recursos en la economía.
Con la nacionalización, el Estado retomó el control de los recursos naturales de sectores estratégicos como hidrocarburos, minería, electricidad y telecomunicaciones para beneficiar a los bolivianos; la antítesis del Estado privatizador del modelo neoliberal —que añoran Saravia y candidatos como Mesa y compañía— que transfirió los excedentes y entregó los recursos naturales a las transnacionales. Esta era la esencia del neoliberalismo.
Hoy, Bolivia se encuentra en pleno proceso de cambio de la matriz productiva del viejo modelo primario exportador por otro que prioriza la producción y, consiguientemente, incrementa el valor de los productos.
Esta es la Bolivia que construye el Gobierno del cambio, es la Bolivia pujante que opinadores, como el Ph.D. de marras, bajo la diatriba de que “todo es preferible a Evo Morales”, intentan ocultar y descalificar a un gobierno que en solo 13 años hizo mucho más por la patria que —en 181 años del viejo Estado colonial, sumiso y racista— aquellos que hoy intentan lavar la cara del aspirante y vicepresidente que gobernó junto al genocida y prófugo de la justicia: Sánchez de Lozada.