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Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: domingo 17 de marzo de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Luego y ante numerosas críticas, Cárdenas se ha enredado ofreciendo los mismos argumentos de quienes defienden el porte de armas para combatir la criminalidad en general, en la línea de Trump y Bolsonaro, lo cual también es inadmisible, mostrando que no sabe ni entiende nada acerca de la violencia machista.
Con aire de suficiencia, más propio de un candidato populista, ha dicho: que en el debate se deberá ver qué personas están competentes para manejar un arma, cuál es la razón por la que quiere hacerlo, entre otras cuestiones. O sea aún no ha leído ningún estudio sobre el tema. Algo así como “sólo para mujeres empoderadas, entrenadas, que sepan disparar y no tengan miedo”.
Si se hiciera lo que Cárdenas propone, habría que entregar armas a las víctimas potenciales que son mujeres de todas las edades, razas y condición social, en las que los perpetradores son desde “inocentes” padres de familia hasta policías y militares que de suyo están armados y llevan ventaja. Habrá que ver cómo enseñar a las mujeres que mueren estranguladas mientras duermen.
Según la Encuesta de Prevalencia y Características de la Violencia contra las Mujeres, el 75% de las mujeres casadas o en unión libre sufrió algún tipo de violencia de su pareja, En general, el 50% de las bolivianas con pareja, separadas y solteras fue maltratada. De acuerdo con la información, Cárdenas debe decidir si dará armas a ese 50% de mujeres que a menudo son calificadas de locas e histéricas por los operadores de justicia si acusan a sus parejas; que cuando lo hacen vuelen a ser maltratadas por la policía y la justicia, y que cuando mueren sus hijos y familia no reciben ningún apoyo.
Ya me imagino en el afortunadamente poco probable gobierno de Cárdenas, a su equipo rascándose la cabeza, primero tratando de entender qué es la violencia contra las mujeres y por qué ésta ocurre en ciclos. ¿Autorizará el porte de armas cuando el hombre violento insulta, ofende, descalifica a su pareja?, ¿o esperará que se reconcilien tomando de su caja de herramientas la retórica de “la familia unida, jamás será vencida”, invocando a la mujer a perdonar, conciliar y pensar en sus hijos?
¿No es él partidario de los Provida que defienden más la institución familiar tradicional que los derechos humanos? ¿O esperará a que concluya la primera reconciliación y el agresor abofetee, pellizque, patee o viole a su pareja, y entonces decidirá si la víctima desesperada merece portar armas? Luego, si se vuelven a reconciliar, ¿tendrá una brigada que recupere las armas para evitar que ante un nuevo brote de mayor violencia sea el hombre que tome el arma y la mate?
Cárdenas dirá probablemente que se refiere a la violencia callejera perpetrada por extraños, otro desatino: “Las buenas intenciones ayudan, pero no son suficientes. Pensemos en soluciones radicales frente a tanto abuso”, dijo. ¿Ignora él que las víctimas en nuestro país terminan siendo culpables? Lo que él está pidiendo es que las potenciales víctimas –que son más del 50 %– sean evaluadas no se sabe por quién –ya he visto expolicías voluntarios ofrecerse para dar una solución que entiende como radical–.
Lamentablemente no hay soluciones mágicas y él debe entender que para erradicar la violencia hay que trabajar incansablemente, y con perspectiva de largo plazo para que las mujeres, en vez de matar a sus agresores, obtengan autonomía económica y física; es decir, tengan ingresos decentes y controlen su cuerpo; se ofrezca educación sexual integral libre, se rehaga la justicia y se termine la impunidad.
No se trata de armar a las mujeres, se trata de crear condiciones para la igualdad y eso significa que nosotras nos armemos de valor, fuerza y paciencia para seguir luchando. ¿Que eso saca votos? Probablemente no.