Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: domingo 17 de marzo de 2019
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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El hombre que ha apostado al dogma se parece al condenado a pena capital, con ancla al cuello, en alta mar: se hunde. Su punto fundamental es una idea inamovible: religiosa, filosófica o política. Más que idea es pesada carga, ya sabemos por qué. Esa condición impide que se desate el diálogo, placer mayor que regala nuestra civilización. El intercambio de pareceres. La movilidad permanente de las opiniones. La construcción sin pausa de la verdad. La sociedad abierta. Es decir: el enriquecimiento del ser humano.
Desde ese punto de vista, no hay pecado, ni inconsecuencia o falta en la actitud de centenares de políticos que transitan de izquierda a derecha, o viceversa, por el sistema de partidos políticos. Seguramente han cambiado la idea vieja para apoyar la nueva. Huyen del anacronismo. La vida misma se renueva y es inteligente adecuársele si el afán consiste en mantenerse al día y no cual empolvada pieza de museo como luce la hermosísima Cuba. Las ideas quietas se vuelven rémora, cachivache, y terminan en el depósito. En la historia política boliviana tenemos dos casos de inteligencia superior que se iniciaron en una punta y terminaron en otra atendiendo el decurso de las necesidades y/o pensamiento: Víctor Paz Estenssoro, nacionalizador en 1952 y privatizador en 1985; Marcelo Quiroga Santa Cruz, ministro del militar Ovando, quien fue verdugo de los guerrilleros de Teoponte, 1970, y líder de la izquierda nacional en 1980, cuando lo asesinaron.
Junto a ellos están los oportunistas. En nuestra realidad está el que se postuló por una tienda política y se posesionó por otra. Difícil explicar esa conducta. La astucia es arena de otro costal aunque sea cotidiana. No sólo eso: a propios y extraños sorprendió que el partido de gobierno postulara a sus enemigos acérrimos y que ellos, además, aceptaran muy gustosos. Así tenemos a varios concejales, parlamentarios y otros que ayer incendiaban de palabra y obra a sus ahora compañeros de sigla. Es decir: la política, por conveniencia, también ejercita estos comportamientos sin fundamento ético u otro de valor. Los fomenta y festeja. Piensa que nada importa si se trata de lograr el poder y conservarlo.
Muy difícil vivir a la vuelta de este mundo. Difícil y tonto. Apenas semanas atrás, en Cuba se refrendó, mediante consulta popular, cambios en su Constitución. Su ley de leyes habla del derecho a la propiedad privada y de inmediato la sujeta a condiciones. Es decir que siguen en la misma vieja idea del Estado como propietario de todo, inclusive del salario que algún hotel español paga al camarero. Lo recibe en euros y paga en peso cubano al asalariado. Es curioso que sus gobernantes porfíen en la economía que profesan cuando, sesenta años después, todo el mundo sabe que produce únicamente pobreza. Ni su lograda educación, o su buena salud preventiva, han logrado que su gente salga a flote. Está a ojos vista, no admite ninguna discusión. Sin embargo, anclados en su vieja idea, persisten en la receta que exporta gente apenas descuidan el mar.
La China, que practica un híbrido de comunismo y capitalismo, da de comer a sus mil cuatrocientos millones y produce millonarios. Puede sonar a milagro. No sufren del pensamiento ancla y más bien piensan, de manera constante, cómo integrarse al mundo contemporáneo. Difícil reto debido a su superpoblación, pero es posible advertir sus inteligentes intenciones por sus resultados.
Resulta positivo descolgar el ancla del cuello para volver a pensar en libertad. Libertad con solidaridad. Libertad con justicia. Reinventarse para caminar a la par de un mundo y de una vida en permanente transformación. ¿Cómo seguir enfangados en el dogma? El barro espeso no permite alzar el pie y dar un paso. ¿Es por amor propio? Mucho más amor se refleja cuando se cambia atendiendo las circunstancias y las razones. Es por dogma, todos lo sabemos. El culto fácil, sin cuestionamientos, sin dudas, a personajes tan parecidos a marcas comerciales, a paraísos en harapos, a viejas colonias del pensamiento quieto color del hielo que ya no existen. Pero la fidelidad no se derrumba aunque interiormente se la sepa fisurada, agrietada, camino al polvo. Imposible: están dispuestos a morir con sus ideas, pensamiento con el que fuimos educados. No obstante, es bueno reiterar: las ideas cambian, también los sentimientos, incluso las creencias. Ni hablar de la moral. Es probable que el miedo siga siendo el mismo. El miedo de observar atento a la realidad que hace años ya no nos toma en cuenta.