Medio: El Día
Fecha de la publicación: viernes 15 de marzo de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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O algunos malos funcionarios públicos para acelerar el trámite “ofrecen sus servicios furtivos previo un aliciente económico”. Ellos, por mérito propio, se han ganado el desprestigio de la población porque su actuar avieso y virulento a través de la toma del poder, deja secuelas malsanas al Tesoro General del Estado porque disminuyen a hurtadillas millones de moneda de curso legal que cercena la creación de muchas obras públicas para beneficio de la población. La crítica constructiva, consiste en expresarles, que los que cumplen funciones gubernamentales en cualquier país del mundo, deben gestionar las obras sociales que por obligación les corresponde hacer porque han sido elegidos para ello, y, porque son solo administradores de los bienes del Estado para beneficio colectivo. Por lo tanto, no se puede malgastar el dinero del pueblo.
No se debe hacer mucha campaña con alguna obra que se ejecuta, porque muchas veces, se paga más en los medios de comunicación televisivos, escritos y radiales por el espacio publicitario por una simple obra, y, en la mayoría de los casos lo que se cancela por publicidad resulta diez veces más que el valor de la obra. No hay que hacer tanto alarde.
Debería planificarse cada diez obras públicas y, hacer conocer a la ciudadanía una o dos veces máximo, pero no cansar con el mismo tema, además se ahorraría mucho dinero de los impuestos que cancela el pueblo trabajador que serviría para realizar más servicios públicos para bien colectivo. Por ejemplo, señalar: “en el mes de enero se hicieron estas obras con auditorías plenas y verdaderas. En febrero..., etc.”
Los políticos en función de gobierno nacional y departamental están para administrar correctamente el dinero proveniente de los impuestos del pueblo y hacer buena gestión a sus conciudadanos.
La población ve de reojo y con desconfianza a sus políticos y demás asambleístas como una casta abusiva y farsante, llena de privilegios y artillería de mentiras que viven del dinero de los contribuyentes, que trabajan poco y que de tiempo en tiempo aparecen enredados en escándalos que no pocas veces tienen que ver con el manejo indebido de dineros públicos, otras ofreciendo “misses” (mellando la dignidad y tomando sólo como objetos de placer a las mujeres honorables), otras se relacionan con el tráfico de influencias en todos los niveles.
En su mayoría, buscan el poder y se ensoberbecen del mismo, porque adquieren el privilegio inherente al poder mismo, que es la capacidad para mandar sobre los demás, lo cual los convierte en una élite privilegiada y muchas veces distante u olvidadizas de sus propias bases. Pero, mientras exista el poder del Estado, siempre existirá esa diferencia entre unos y otros, y esa diferencia siempre será rechazada por estúpida y enfermiza.
Otros son oportunistas, porque sólo les interesa ser nombrados con el mejor cargo posible en cualquiera de los Órganos del Estado y luego, olvidarse de los organismos de representación popular, sobre todo, de aquellos grupos u organizaciones sociales que le han brindado su apoyo. En la vida todo es dialéctico, porque si arteramente se atornillan en el cargo, se cultiva la corrupción. Es un cáncer quístico que se institucionaliza. Por eso, la renovación de los cargos en la función pública con moral y honorabilidad debe acatar la alternancia. De lo contrario, Dios salve a la patria de ¡vosotros políticos!