Medio: El Día
Fecha de la publicación: sábado 16 de marzo de 2019
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Ejecutivo
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Puede ser demasiado bocado para muchos, pero en tiempos de “MeToo” y otros clarines para revelar y reprimir abusos misóginos, tanta bulla por la violencia contra las mujeres soslaya que en la historia humana las más de las veces las féminas fueron parte del botín de guerra. Quizá hilo fino especulando que los invasores de antaño –chinos, griegos, romanos, mongoles, hunos, visigodos, moros, ingleses, holandeses, españoles, y tutti quanti– al sembrar muerte quizá sembraban vida al violar a las mujeres, dejando su semilla en el vientre materno. Insisto en que somos biológicamente mixturados; ni hablar del mestizaje cultural. Pero no es mi interés remachar en el mestizaje biológico de los bolivianos, opuesto por un lado al sonsonete actual de un indianismo sesgado y políticamente interesado; o por otro, de gentes que presumen de “blancos” quizá para apegarse a los gringos.
Ocupan mi divagación las mujeres que usan sus atractivos para escalar y llenarse de plata ilícitamente. Sin ánimo ni espacio para recorrer la historia mundial, empiezo con Salomé, hija de Herodías, la pecaminosa que se casó con el cuñado de su marido. Ya deslumbraba Jesús, bautizado por Juan Bautista, que perdió la cabeza no de camote, sino degollado, después que la hija obnubiló con su baile a convidados de Herodes Antipas y con la cabeza del Bautista quiso agradar a su madre. La holandesa Margarita Zelle (Mata Hari) usó su entrepierna para escalar posiciones; con tales “talentos”, ejerció una lucrativa carrera como espía hasta que la pillaron y fue fusilada.
En la Bolivia de tiempos contemporáneos, digan si no hay tal potencial en la Presidenta del Senado boliviano, para el vecino que quizá tiene el mayor contingente de espías en nuestro país. ¿Cuál será el origen de los recursos para comprar atuendos de marca de la hija del jefazo? Sea lo que sea, empezó el desbande de capos de dictaduras fracasadas como la venezolana. La hija de Diosdado Cabello escapó junto a su hermano, con miles de millones de morlacos mal habidos; tendrá una vida lujosa junto a buenos, “angelitos” y hediondos donde la billetera es lo que vale. Al fin Cristina Kirchner, que “es más mala que el tuerto” según José Mujica, ocupará el banquillo de imputados por corruptos en Argentina, aunque conservará el curul de senadora que le hace inmune a la cárcel.
En Bolivia, Gabriela Zapata es la reina de las cortesanas que rifaron sus atractivos sexuales para lograr ventajas. El hijo que dizque tuvo con Evo Morales es una incógnita. Purga sus delitos de tráfico de influencias en una jaula de oro, hasta cumplir su aguada condena y gozar de sus riquezas. El Presidente abandonó, o mejor oculta, propensiones misóginas tan extendidas en el medio; aunque pecó de pedofilia mintiendo de irse a su chaco con quinceañera si era negativo el voto del referendo del 21 de febrero de 2016.
Una candidata a la presidencia sugiere que “hasta ahora las mujeres administramos los hogares, ahora nos toca gobernar”. Es mucho salto desde que la violación de las féminas era parte del botín de guerra victoriosa. En Bolivia campean feminicidios, violaciones y lesiones de la violencia de género. Además, destacan los hombres y las mujeres deshonestos en la política. Baste el caso de las avivadas en el Fondo Indígena (Fondioc); “ahora nos toca”, dijo alguna, como si robar a los pobres bolivianos fuera cosa de turnarse.
Me acuerdo de un amigo, famoso humorista él, que hace años perdió los estribos ante mi sugerencia de que había shows de “strip tease” en lenocinios de cholitas en La Paz preferidas por turistas mochileros: “la mujer de pollera tiene otros valores morales”, me dijo. El rechazo a las normas mundiales de vestir “occidental” se exhibe en la malcriadez de no sacarse el sombrero –europeos ambos por si acaso–, ni para ir al baño. Hoy en día hasta la lucha libre entre cholitas no es novedad. Me pregunto si el trato subalterno de la mujer es otra de las “leyes” que rigen en la republiqueta del Chapare...
El ideal de igualdad de los sexos debe ser para lo apetecible y para lo difícil de tragar. Suponer que las mujeres son por definición mejores que los hombres, es terreno tan minado como las teorías racistas que enaltecen a algunas personas por la pigmentación de su piel. Si el “llunquerío” parece ser requisito necesario para escalar en la política entre los hombres, ¿no será que los atractivos femeninos son su equivalente entre las mujeres?
¿Será que en las espaldas bolivianas se pueden sembrar nabos?