Medio: El Día
Fecha de la publicación: miércoles 13 de marzo de 2019
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
Dirección Web: Visitar Sitio Web
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A falta de una presencia que genere la suficiente confianza en su capacidad de erigirse como alternativa al MAS, una parte considerable de la atención pública se vuelca sobre Venezuela, como si lo que allá ocurriera pudiera definir nuestra suerte, o cual se tratase de un espejo que nos refleje. Una parte considerable de la opinión pública urbana, la que mantiene una relación más próxima y fluida con los medios de difusión masiva y con las redes sociales digitales, genera esa burbuja en torno a la deriva venezolana que oculta y, a veces, deforma la percepción de nuestros propios problemas y las formas en que pueden resolverse.
Esto sencillamente no podría ocurrir, si la tónica prevaleciente en la coyuntura no estuviese tan empapada de diferentes anécdotas que versan sobre cuestiones importantes, pero que, a fuerza de repetirse, crean una falsa e inevitable sensación de inmovilismo y reiteración. Ya se trate de la brutalidad de expresiones de altos funcionarios, o la corte de dirigentes gremiales que componen el grueso de respaldo del régimen, cuando maltratan a mujeres, a sectores sociales adversos, o una nueva denuncia o revelación de saqueo o derroche de fondos públicos, la situación genera la ilusión de una parálisis.
No se trata simplemente de que aquellos que ya están oficialmente anotados como los candidatos que se batirán con la dupla oficial, en el duelo de octubre, hayan optado, en su mayoría o en su totalidad, por encerrarse en el silencio, o a realizar actividades de campaña que generan exactamente el mismo resultado, sino que la noción de que el actual gobierno será reemplazado por uno “de transición”, ha triunfado en la más limitada y equívoca de sus versiones. Su empeño en no entender que con el TSE actual, o el TCP intacto como guardaespaldas gubernamental, incrementan las dudas.
Cualquier reemplazo de un equipo de conducción política, por otro es, inevitablemente, “de transición”, en tanto que pasamos de una forma y orientación de gobierno a otra. Pero la transición no significa que la transformación sea precaria y provisoria y es ese el rumbo por el que parece haberse decidido la oposición.
Hay tanto temor a enfrentarse de manera clara y abierta a las prácticas políticas que ha arraigado este personal de gobierno, que parecería que con la sola salida de unas personas, la llegada de otras y un par de remaches, estará todo solucionado.
La verdad es completamente distinta. Estamos en un punto donde el cambio de “modelo” económico y la introducción de “ajustes” –mucho más si se trata de las “reformas estructurales” (devaluaciones, despidos y otros propios de la receta FMI y amigos) que vemos en el vecindario– no solucionarán nada y nos empujarán a una caída salvaje. La transición ha de ser a un nuevo tipo de economía, que ya no puede seguir apuntalada por los ingresos provistos por bienes naturales no renovables, como los hidrocarburos cuyo mercado se está modificando demasiado rápido y profundamente para que podamos confiarle nuestro futuro. Las exportaciones agrícolas y minerales no reemplazarán el vacío al que nos asomamos y empeorarán el deterioro ambiental que tendría que ser, más bien, la fortaleza y la base para la gran transformación productiva que necesitamos iniciar a la brevedad; no provisional, ni interinamente.
Empachados con las ideas del mercadeo social convencional –que es el que guía la formación de campañistas y estrategas electorales, quienes piensan que el programa no importa, si no el dinero, la organización y los caciques que encabezan los binomios– los bolivianas y bolivianos nos estamos perdiendo la oportunidad de pensar, deliberar y debatir las cuestiones clave para dejar atrás la descomposición de un gobierno, atrapado en su vicios y dogmas de conveniencia, y encarar una indispensable y nueva construcción social, basada en muestras capacidades históricas y creatividad, tanto como la asimilación más inteligente de nuestra rica y prolongada experiencia de comunidad nacional.