Medio: ANF
Fecha de la publicación: miércoles 27 de febrero de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Luis H. Antezana en un breve ensayo titulado “Sistema y proceso ideológico en Bolivia” menciona que existe una episteme ideológica que tiene como base el “nacionalismo revolucionario”, siendo este el operador ideológico el cual es oscilante como un péndulo en el espectro político comunicando sus extremos: el nacionalismo (derecha) y lo revolucionario (izquierda). Comienza su gestación en el periodo de la Guerra del Chaco y se convierte en un discurso hegemónico a partir de la revolución de 1952. A partir de la victoria del MNR en abril el “nacionalismo revolucionario” es el camino hacia el centro de poder. En el aspecto discursivo nos habla de la alianza de clases, donde todos se encuentran incluidos, pero en la realidad, simplemente instrumentaliza los intereses de las clases dominantes. Los obreros responden al ala izquierda, mientras que el campesinado es el freno cuantitativo de estos primeros y al ser mayoría demuestran su fuerza a través del voto.
Contenido
Tal escenario descrito por Antezana todavía parece encontrarse vigente y por el momento no existen nuevas condiciones ideológicas, esto no quiere decir que en un futuro sean producidas. A continuación, vamos a describir las posiciones dentro el espectro político de los principales contendientes a las elecciones generales de octubre. Debemos recordar que como nos encontramos en un período de campaña bastante largo los principales competidores por el momento se moverán por todo el espectro que recorre el péndulo ideológico.
Comunidad Ciudadana y el Movimiento Al Socialismo se encuentran en una cruzada de largo aliento, donde ambas fuerzas políticas van a intentar ampliar su base de voto duro. El MAS busca más sectores fieles como la Confederación Sindical de Comunidades Interculturales Originarios de Bolivia bajo el control de los cocaleros del Chapare; en contraposición la alianza Comunidad Ciudadana cerró una alianza con Bolivia Somos Todos. Ambos, lo hacen para obtener la mayor cantidad de votos en el área rural. Aunque por el momento no cuentan con un proyecto, los dos van recorriendo el espectro político recogiendo todo lo que creen conveniente y necesario, aprovechan así el movimiento del péndulo para tratar de adherir la mayor cantidad de apoyo posible más allá de los votos duros con los que cuentan. Al comenzar la recta final de la campaña electoral es muy posible que estos contendientes se encuentren en una intersección dentro del espectro político, donde nos den a conocer una propuesta similar con algunos matices (centro de poder). La única diferencia significativa de ellos, sería de orden estético. Como nos encontramos a las puertas de un escenario cada vez más polarizado, tanto Comunidad Ciudadana y el MAS tienen la posibilidad, ya sea de llegar, o quedarse en palacio con una victoria en primera vuelta con el porcentaje justo y necesario.
Los Demócratas van manejando de manera interesante el discurso del desarrollo cruceño intentando sin fortuna abandonar el péndulo ideológico. Olvidan generosamente que el desarrollo del cual hablan se debe a los fondos destinados de la COMIBOL al oriente boliviano en la revolución movimientista, el 11% de las regalías para la región y al plan Bohan creado antes de los 50’s del siglo XX. Edwin Rodríguez, el candidato a vicepresidente es el nexo con el área rural. No tienen como intención ganar las elecciones, por tal motivo va Óscar Ortiz de candidato y no el jefe de partido Rubén Costas (quien posiblemente vaya a terciar en la contienda municipal de Santa Cruz de la Sierra). Su objetivo es tratar de ingresar a la Asamblea Legislativa Plurinacional la mayor cantidad de curules posible. Saben que son un partido regional que tiene la esperanza de convertirse en un referente nacional. Por otra parte, Unión Cívica Solidaridad al verse en la obligación de participar opta por intentar posicionarse sin éxito a la derecha con un discurso conservador y mojigato, para tal efecto es Humberto Peinado, un pastor evangélico quien va por la vicepresidencia y Víctor Hugo Cárdenas es el puente con el campesinado.
La clase política va dejando de lado a lo que podemos denominar lo neo-nacional popular (nacional comercial), ya que dentro del nacionalismo revolucionario el campesinado se encuentra estancado e inamovible. El peso de la realidad nos demuestra lo contrario, ya que la migración entre campo y ciudad fueron gestando a la burguesía chola. Tal burguesía puede dividirse desde la economía de subsistencia, hasta el mover mercancías por todo el territorio boliviano y que se encuentra en contacto con el mundo. Tanto para el oficialismo como para la oposición son vistos con desdén, para el primero, simplemente sirven para lo ritual y folclórico; para los segundos, no gozan con el capital simbólico necesario.
Lo neo-nacional popular es quien en las próximas elecciones de octubre y 2025 definirá quienes llegaran a palacio y que más allá del capital económico que atesoran, buscan el capital simbólico necesario para llegar a posiciones importantes dentro del Estado. Es momento de ver a esa Bolivia que ignoramos por mitos y prejuicios.