Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: martes 06 de febrero de 2018
Categoría: Representación Política
Subcategoría: Revocatoria de mandato
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Con el transcurrir del tiempo, me di cuenta de que se cierne un descontento puro y sincero sobre gobernadores, alcaldes y asambleístas, por la forma en la que administran el Estado, por lo que la propuesta de confrontarlos en un referéndum revocatorio, suena buena opción. Pero, temo advertirles que no es tan fácil como parece, ya que encierra un verdadero problema.
Este problema inicia con el modelo de democracia que tenemos, en el cual se da un énfasis supremo a las personas por sobre las propuestas. Entonces, no elegimos representantes, sino líderes mesiánicos que resuelvan nuestros males. Los candidatos también contribuyen a este mal, cuando para ganar votantes, muestran sus cualidades mesiánicas y prometen cosas que en realidad sobredimensionan las capacidades económicas, administrativas de las instituciones públicas. Por lo que su gestión en poco tiempo convulsiona, al no poder cumplir lo prometido, y de amor, reciben odio.
Este odio se expresará en una fuerte inestabilidad de gestión. Pero, incluso esta situación era manejable, mediante la negociación. Ahora sin embargo, los revocatorios que se instalan en el país, primero, se fundan en sentimientos fugaces de amor odio y por último, desencadenan el cambio de la autoridad con los consecuentes problemas que conlleva; desinstitucionalización, cuoteo de pegas, etc., ya que en el país, el cambio de una autoridad, es un cambio del todo, con consecuencias fuertes para el desarrollo social.
Para concluir, no quiero que se me crea un defensor del orden, simplemente considero que hay formas más eficientes de hacer que las autoridades cumplan con sus promesas, sin desestabilizar las instituciones. Primero, debemos informarnos muy bien sobre las propuestas y el plan de trabajo de los candidatos, antes que el amor o la pasión que estos produzcan en nosotros y segundo, debemos participar activamente en los mecanismos de control ciudadano por ahora copados por políticos de la peor calaña, OTB, Juntas Vecinales. Así y sólo así, podremos mejorar la gestión pública, lo otro sólo es un ch’enqo.
El autor es analista de políticas públicas