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Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: lunes 25 de febrero de 2019
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
Dirección Web: Visitar Sitio Web
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Como estaba previsto, el jueves 21 de febrero, a tres años de la realización del referendo constitucional en el que la ciudadanía rechazó la posibilidad de reformar la Constitución Política del Estado para habilitar a los actuales mandatarios a terciar nuevamente en elecciones generales, mucha gente ha salido a las calles en todo el país exigiendo el respeto a ese resultado y rechazo, por tanto, a las maniobras para imponer esa candidatura.
En esta oportunidad me sumé en Cochabamba a la movilización y rápidamente me contagié del entusiasmo de la gente ahí congregada: personas de diversa extracción social, pertenecientes a distintos sectores, varios disidentes del MAS o del proceso de cambio, frustrados por las políticas autoritarias y depredadoras del gobierno, y, sobre todo, muchas mujeres y muchos jóvenes. Había, como no podía ser de otra manera, personalidades de la política que respetaron la pluralidad cívica presente y, por lo que me cuentan, bajó, en relación con anteriores movilizaciones, la radicalidad antipartido en los discursos de los organizadores.
Además, estos presentaron un programa de trabajo que se asienta en tres pilares: la acción en el campo internacional difundiendo la realidad nacional y las razones constitucionales por las que el binomio del MAS es ilegal, de manera que se nos ayude a evitar que el autoritarismo y el prorroguismo que afecta al MAS llegue a los niveles venezolanos; la acción concertada para la destitución de los vocales del Órgano Electoral y conformar un tribunal electoral imparcial. Por último, agregar a la defensa del 21F demandas de sectores de la sociedad afectados por las políticas electoralistas del gobierno.
Es de suponer que la información que recibirá el Presidente del Estado de las movilizaciones del jueves será absolutamente diferente, y eso, seguramente, llevará a los operadores del gobierno y el MAS a tener que imitar cada vez más al discurso de los dictadores militares cuando se acercaban a su derrota: que los opositores no ingresarán al área rural porque “dividen” al pueblo boliviano (arenga que varios dirigentes de cocaleros han aprendido), que quienes se oponen al gobierno son sólo tontos útiles del “castrocomunismo” o, como ahora, del imperialismo y la derecha, y aumentar los niveles de represión.
Lamentablemente a esta situación nos han conducido las autoridades del gobierno y los dirigentes del MAS, incapaces, por lo demás, de renovarse ellos mismos con nuevos lideratos y nuevas visiones de país que surjan de las políticas que en sus gestiones han aplicado. Como sus obras mal hechas, la estructura del MAS se va descascarando en medio del frívolo festín de la cúpula gobernante que se niega a ver la realidad.
La negación de la realidad tiene la virtud de ampliar las posibilidades de concertación entre corrientes y sectores de la sociedad que, sin un adversario como el actual gobierno, no se darían tregua entre sí.
De esa manera, varios analistas, de diversa formación y corriente ideológica, coinciden en que el ciclo de los gobiernos que han adherido al socialismo del siglo XXI ha terminado, arrastrando tras de sí muchas banderas que la izquierda recogió en la lucha contra las dictaduras, y que sólo es cuestión de tiempo su defenestramiento. Lo que sí puede variar es la forma en que van saliendo del poder y, en el país, es de esperar que lo hagan de manera pacífica el próximo 22 de enero de 2020.
Pero, una condición fundamental para ello es que el Presidente del Estado escuche a todos y no sólo a quienes conforman su más estrecho círculo de colaboradores que, sin escrúpulo alguno, lo utilizan en su propio beneficio.
La ayudaría a ello prestar atención a un estribillo, de los muchos ingeniosos que se coreaba el 21F en la Plaza de las Banderas: “No hay salud, tampoco educación, y tienen el descaro de pedir reelección”…
Juan Cristóbal Soruco Q. es periodista.