Medio: El Diario
Fecha de la publicación: domingo 24 de febrero de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Y voy aun precisando más: pienso en el Gobernador Félix Patzi, de quien no es descubrir algo sostener que la poca preferencia electoral que tiene, perdió toda posibilidad de mejorar en la contienda para la presidencia del Estado. No nos engañemos, la disputa por la primera magistratura con el correr de los meses se va polarizando (y ya desde hace bastantes semanas) entre dos candidatos únicamente. Pero cuando las actitudes tan groseras como las de Patzi respecto a los desastres naturales ocurridos recientemente en la provincia Caranavi, se hacen tan visibles, a su falta de convocatoria se suma su falta de carisma.
Haber ignorado como máxima autoridad política del departamento una tragedia de una región de la que potencialmente pudo obtener algún caudal de votos, visto el distanciamiento que existe precisamente entre los cocaleros de esa zona y el gobierno, ya fue un despropósito desde la óptica de la gestión misma. La ley y la lógica le imponen el deber de asistir de manera extraordinaria en casos como el citado. Pero Félix Patzi paralelamente es un candidato que está en campaña, y haber desairado a Caranavi, con la imprudencia y desatino que lo hizo, ha anulado en todo el departamento cualquier posibilidad de superar el 3% de preferencia electoral. Y no hablemos del resto del país, porque la expresión huraña que caracteriza al ex masista, no le favorece para conseguir demasiados adeptos.
No faltarán cuestionamientos sobre cómo es que logró ser Gobernador. La respuesta es sencilla: era otro tiempo político, la coyuntura era distinta. Ya por entonces había un desencanto por el partido de gobierno y su alianza con SOL.bo, también en su pico político, le dieron la victoria; pero el pueblo no olvida su vergonzosa genuflexión ante el presidente Evo Morales, autosancionándose en una representación chabacana, en que sin ser adobero, pudo prodigiosamente hacer mil unidades en contadísimos días. Obligada habilidad cuando de aferrarse al poder se trata.
Tampoco necesitaba ser tractorista para extender la mano a tanta gente enlutada, porque la presencia física de una autoridad en circunstancias difíciles puede levantar el ánimo de quienes padecen dolor del alma. No era necesario ni oportuno hacer demagogia, porque no se juega con la aflicción ajena, pero el hombre debió haberse constituido en el lugar de los hechos y con la velocidad que tiene para hacer adobes y conmover a su jefe, tuvo que haber empuñado una pala y ayudar a quienes circunstancialmente le han beneficiado con voto castigo al oficialismo, e intentar conmover a un electorado que por sí mismo nunca se lo ganó.
Deplorable actitud de nuestro Gobernador, que tarde reflexiona, baja el ceño que ordinariamente es su rictus y cambia de postura. La gente tiene memoria, y la torpeza de la primera autoridad departamental tiene un costo. Afortunadamente en su caso es bajo, porque sus posibilidades anteriores a los deslizamientos, pese a quien pese, eran mínimas, así que quien poco tiene, no puede perder mucho. Quizá además pierda la personalidad jurídica, pero en lo político, ha confirmado que sus dotes no son precisamente las que más valora La Paz, porque no basta escribir muchos libros, también hay que leer al pueblo.