Medio: Ahora el Pueblo
Fecha de la publicación: domingo 24 de febrero de 2019
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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Ni con el asesoramiento del propio candidato de la embajada de los EEUU, Carlos Mesa, que tras aquella reunión en Santa Cruz en su intención unitaria para anular la repostulación de Evo Morales y pedir a la OEA la aplicación de la Carta Democrática a nuestro país no consiguió frenar el escenario electoral que ya es un hecho para octubre.
La convocatoria al paro a este 21 de fe- brero ha mostrado algunas suras en las agrupaciones políticas de la oposición, que en un momento dijeron que conta- ban con una férrea unidad para desa ar al Gobierno en su pretendido rechazo por la decisión del fallo del Tribunal para que Evo Morales sea postulado otra vez.
Por un lado, cívicos del país —no to- dos— y la reconstituida Conade sin la COB muestran que el objetivo que se plasmaba en generar un bloque fuer- te que lleve a convocar a la población
POLÍTICA
a otro paro —que como se vio en re- petidas ocasiones les llevó al fracaso— tampoco tuvo la fuerza como la que se anunció con pompas y sonajas desde el pasado año.
En las composiciones de los bloques se dejó visibilizar a viejos militantes de la izquierda tradicional que renegó con sus organizaciones políticas y, fruto de sus desvaríos ideológicos y su tránsito frágil a otros partidos de derecha, les llevó a tomar decisiones que ahora es- tán generando serias repercusiones en su accionar político.
Ahí vemos, pues, la desesperación del acomodo al poder y el exagerado oportunismo que, como un grupo muy pequeño de la izquierda dogmática, se ha subordinado a la estrategia de la oli- garquía colonial, convocando a la mar- cha del 21F. No es de extrañar que cier- ta denominada ‘izquierda’ sufra estos extravíos históricos.
La discusión sobre el 21F, antes que un tema de legalidad —lo dijimos va- rias veces—, es un tema de legitimidad, la supuesta legalidad de aquellos que armaron toda una tramoya para con- vencernos de que se perdió, muestra evidente de la impotencia por no haber podido ganar elecciones democráticas y retornar al manejo estatal. Sabemos bien dónde terminan estas frustracio- nes, una de ellas es en la violencia, re- curso colonial por excelencia.
Esa legalidad sirve únicamente para juzgar a los otros, mas no a ellos en una suerte de oportunismo que siempre vi- vieron; como convertir el voto del pue- blo en la elección del tercero en votación para hacerlo presidente, como lo que pasó con Jaime Paz Zamora y el dictador Hugo Banzer.
Pero también de cómo legalizar a los presidentes con apenas un 21% de vota- ción, haber transitado por todos los par- tidos neoliberales para ser militantes en colectivos ciudadanos; ésa es la vie- ja composición de lo que hoy se conoce como oposición política, todas ellas en vías de extinción, como partido político.
Su pensamiento, con la matriz colo- nial del viejo MNR, se mantiene y reapa- rece en la escena política con variados nombres, como plataformas ciudadanas, colectivos ciudadanos, comités cívicos, coordinadoras de defensa de libertades, Conade, etc. y etc.
Pero también enfatizábamos en que el tema de la legitimidad, tan grande como es el mismo pueblo, permitió cam- biar el país. La legitimidad tiene que ver con la patria que se construyó en estos 13 años, con la inclusión a los sectores que fueron vilipendiados por más de cin- co siglos. La legitimidad de este proceso debe acompañar la transformación para templar el ajayu de la revolución que se está construyendo.
Este 2019 comienza con una disputa simbólica entre la legalidad de un refe- réndum y la legitimidad de las mayorías sociales de este país que tienen en Evo Morales un liderazgo sólido que mate- rializa el pensamiento del movimien- to indígena originario campesino, pero también de muchos sectores urbanos y jóvenes que han visto cómo Bolivia ha recuperado su soberanía política, econó- mica y territorial, y se ha transformado por completo en tan sólo 13 años.
A partir de este 21F queda atrás el pro- yecto urdido en el norte, que bajo manto de “recuperación, respeto de la democra- cia” llevó al enfrentamiento entre boli- vianos. Podemos a rmar que ese ciclo de la propuesta del No a Morales se cerró, que concluyó para dar paso al nuevo ci- clo por el Sí, y esa crónica de la consigna del 21F se agotó este mismo día.