Medio: El Deber
Fecha de la publicación: domingo 24 de febrero de 2019
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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En el MAS, comenzando por el presidente, se ocuparon de distorsionar ese clamor argumentando que el 21-F fue ‘enterrado’ por una resolución del Tribunal Constitucional en la que dicen que es un ‘derecho humano’ volver a ser candidato, aunque la Carta Magna le ponga candado a esa opción; que la presencia de la CIDH en Bolivia avaló la aspiración del partido oficialista, a pesar de que este organismo no se ha pronunciado ni a favor ni en contra hasta el momento.
Sin embargo, los hechos muestran que la voluntad popular avanza en dirección contraria al MAS. El 21de febrero se expresó el rechazo a la repostulación de Morales y de García Linera en los 9 departamentos. La movilización más grande y contundente estuvo en Santa Cruz, pero en el resto del país y en varias capitales del extranjero también hubo manifestaciones claras. En contrapartida, los actos oficiales en los que participa el presidente dejaron de anunciarse públicamente para evitar las protestas ciudadanas.
El 21-F de este año ha sido el último, antes de las elecciones nacionales de octubre, en las que se ve un Órgano Electoral que genera más dudas que confianza, por lo que se volvió a pedir la renuncia de sus vocales.
En este momento, cuando también hay muestras de que las plataformas ciudadanas están golpeadas por la división, la voz del pueblo no debe perder el norte de la principal reivindicación: el respeto al voto mayoritario y el rechazo a la perpetuación inconstitucional de las dos principales autoridades del país.
Para avanzar en esa ruta, las decisiones deben ser inteligentes y no impulsivas. La creatividad ha sido un arma implacable contra el poder del MAS, que influye en la justicia, en el Legislativo y en el órgano electoral. Bajo esa perspectiva, hay que revisar si los paros son la medida más eficaz, exitosa y favorable para el país. Un paro indefinido, aparte de afectar la productividad nacional, puede ser fácilmente quebrado por quienes viven al día y necesitan trabajar.
Si el MAS está desafiado a escuchar la voluntad del pueblo, también está el reto mayor para la oposición: mantener una lucha que no es fácil, tomando decisiones que tengan respaldo sostenido, que sean creativas, no violentas y que no afecten a las mayorías. Los líderes de la oposición y los que dirigen los comités cívicos están ante el desafío más importante de este momento histórico y ellos también deben estar a la altura de la demanda ciudadana. Su fracaso puede significarles un golpe del que difícilmente se van a poder recuperar.