Medio: El Día
Fecha de la publicación: viernes 22 de febrero de 2019
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Él y todos los aspirantes a conseguir que Bolivia permanezca en democracia, deberán tener en cuenta este detalle, pues como se ha comprobado, el presidente Morales no bromeaba cuando les pidió a sus simpatizantes (y a la Policía) “sacar a chutazos” a cualquiera que ande pregonando el 21F que, según el mandatario, está plenamente sepultado y con él, todas las libertades propias del estado de derecho, como la libre expresión y las garantías para circular por cualquier parte del territorio nacional.
En realidad, todos los bolivianos debemos andar con las cámaras encendidas, pues se están multiplicando como hongos las expresiones feudales que proclaman territorios vetados a cualquiera que intente cuestionar el “derecho humano” de instaurar una monarquía en el país. Hasta no hace mucho, eran los cocaleros del Chapare los que más defendían su territorio, pero todos sabemos que aquellos protegen algo más que la exclusividad política y que hasta la Policía tiene que pedir permiso para meter la nariz en el lugar.
En los últimos meses y a medida que se acercan las elecciones generales y sobre todo, en la misma proporción en la que crecen los cuestionamientos a la postulación ilegal del presidente Morales, aparecen más de esas amenazas, algunas muy subidas de tono, como la que hizo el alcalde del municipio cochabambino de Colomi, Demetrio Pinto, quien se comprometió frente al jefe de estado a enterrar vivos a los opositores que asomen la cabeza en su feudo.
Al Gobierno le gustan mucho aquellas expresiones porque confía en esa forma medieval de hacer política, que también tiene su componente económico sumamente importante, especialmente en los rubros ilegales del contrabando, el narcotráfico y otras actividades afines, que corrompen a la Policía al punto de obligar al Ministerio de Gobierno a desbaratar toda una unidad que se quedó sin un solo retazo sano.
La localidad de Achacachi, el bastión de los aguerridos “Ponchos Rojos” era justamente uno de esos feudos impenetrables del MAS. Allá se produjo una de las amenazas más fuertes hacia los que empezaron la resistencia contra un proceso político que nunca escondió sus intenciones de “atornillarse” en el poder y aniquilar a los que piensen distinto. Aquella vez premió con la presidencia del Senado al dirigente que degolló varios perros y dijo que lo mismo les pasaría a sus enemigos. Hoy la situación es distinta, ni siquiera los habitantes de ese paraje altiplánico están de acuerdo con volver a esos tiempos y menos aún volverse unos carniceros.
Al Gobierno le gustan mucho aquellas expresiones porque confía en esa forma medieval de hacer política, que también tiene su componente económico sumamente importante, especialmente en los rubros ilegales.