Medio: El Deber
Fecha de la publicación: jueves 21 de febrero de 2019
Categoría: Institucional
Subcategoría: Tribunal Supremo Electoral (TSE)
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La primera medida ha sido derogar todas las normas, todos los procedimientos anteriores. No quiere que quede escondido ni un solo artículo que pudiera impedir la manipulación. Todo lo prepara para lograr el resultado que le han encomendado y quita los obstáculos que impidan construir paso a paso el triunfo que la población les niega.
El segundo paso ha sido limpiar la corte de los técnicos que manejan los controles y los cómputos. Necesita fuera a todos los que pudieran oponerse al fraude. Todos los cargos tendrán que contribuir a armar al estilo masista un sistema de cómputo manejable, que permita darle a la realidad la forma que haga falta. El sistema actual, construido en años, es un freno que no soporta. Hay que abrirlo, cambiarlo. Necesitan una estructura que permita manipular las bases de datos. Necesitan que les dejen inventar a su conveniencia los resultados que le han encomendado. Necesitan técnicos que obedezcan menos a la técnica y más al partido. Los quieren sin principios y obedientes.
En este cambio han topado con un gran obstáculo. Un vocal de la Corte es el que diseñó el sistema computacional. Es experto en el tema y es el padre del prestigiado sistema electoral. No queda más que despedirlo. Sería un peligro que detecte los cambios. La vía que han pensado es iniciarle un juicio para que los tribunales lo despidan y lo encierren.
Son los pasos que dan uno a uno. Son los que hemos visto. Después del golpe de Estado de desobedecer el mandato del pueblo, tienen que dar los pasos que faltan para llegar al sillón presidencial.
Costó muchos años y muchas denuncias tener la Corte creíble que tuvimos. Costó tiempo y esfuerzo conquistar la fe de la población. Costó sangre que las elecciones fueran la traducción exacta de la decisión de la población. Eso se acabó, porque han llenado el tribunal de vocales serviles que tiran a la cuneta lo logrado y dilapidan el precio pagado para alcanzarlo.
¿Qué nos queda? Hace años acabamos con la banda de los cuatro. Hoy tenemos que acabar con la banda del MAS. Fueron años de denuncias y de reclamos. Años de exigencia. Años de ira contenida. Vigilamos todos sus movimientos. Denunciamos sin descanso hasta que tuvieron que abrir las puertas a una corte nueva y limpia, la que ahora están matando. Tenemos que volver a iniciar la misma tarea. Tenemos que alcanzar el respeto que dilapidan. Tenemos que hacer que se traduzca transparentemente lo que diga con su voto nuestra patria.