Medio: La Patria
Fecha de la publicación: miércoles 20 de febrero de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Si no nos falla la memoria, es Octavio Paz, el premio Nobel de literatura (1990), quien habló de que en Hispanoamérica hay varios pisos históricos diferentes, a veces sin relación o en pugna con la realidad. El que algunas gentes respiren la atmósfera del siglo XXI no impide tropezar, a la vuelta de la esquina, con raras especies involucionadas. A veces resulta fácil confundir la cara real con la máscara de carnaval…
Apenas despegó el avión, el candidato empezó a rememorar la historia institucional de las universidades. Aquel año de la rebelión en Córdoba (1918), que parecía ya bastante lejano, tenía ahora nuevas incitaciones de lucha. Otra vez las Casas llamadas "superiores" se hallan infestadas de politiquería, por lo que es necesario reimplantar la Autonomía, y recuperar la tribuna universitaria para el pensamiento libre. En 1931, después de un referéndum, Bolivia incorporó a la CPE el régimen de la Autonomía, y desde entonces las autoridades y sus dirigentes estudiantiles mantenían abierta el Aula Magna; podían acceder a ella líderes de diversa orientación ideológica. Ninguna tendencia estaba proscrita; todos podían expresar sus ideas sin restricciones. En tiempo de elecciones, el país necesitaba saber cómo ven los problemas nacionales los aspirantes a gobernar.
Estaba yendo a Potosí, y por asociación de ideas, también le vino a la memoria el Potosí de Gesta Bárbara. Como se recordará, "unos mozos desorbitados y tarambanas" decidieron emprender una lucha heroica contra "la bestia policéfala del monstruo colectivo", y para llamarse con propiedad buscaron un término que reflejara su actitud combativa: tenía que ser "algo fuerte, catastrófico, algo bárbaro…". Ese es el origen del apelativo y de la generación con ese nombre que protagonizó aquel capítulo de la historia potosina.
Cuando se aproximó, advirtió que algo raro sucedía allí; vio candados y cadenas en las puertas, cerrojos y cercos alrededor del edificio. Una horda belicosa le cerró el paso; no podía ingresar al Paraninfo Universitario donde quería disertar. El impacto del ruidoso ajetreo le provocó un vértigo espantoso, y empezó a ver el trasfondo de las cosas.
Eran unos apaches que aullando rodeaban a la "Tomás Frías"; salvajes semidesnudos que agitaban flechas y palos en el aire. El político de nuestro cuento no sabía, pero era evidente que la universidad había sufrido la invasión vertical de los bárbaros, de los trogloditas, de los seres primitivos de otra época. Era inútil buscar la universidad del siglo XXI. El Paraninfo Universitario y otras instalaciones ocupaban unos seres extraños que parecían haber salido directamente del averno o de algún recinto descontrolado.
Un transeúnte se le acercó y le dijo al oído, confidencialmente: ya no proteste ni diga nada, váyase tranquilo, y sin darse la vuelta. Su comportamiento prudente le salvó de otras contingencias. Aquí sólo hay eso que los azules han dado en llamar, creo que, en broma, democracia "fuerte y perfecta". La materia de la que quería usted hablar en el Paraninfo, aquí no se sabe para qué sirve, perdería su tiempo al hablarles de democracia a los aborígenes de la comparsa.