Medio: Opinión
Fecha de la publicación: lunes 05 de febrero de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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TEXTUAL
Ruta crítica
Los resultados del referéndum del 21 F., más temprano que nunca
se impondrán como la voluntad soberana expresada en las urnas, de ello
ni duda cabe. Mientras tanto, cuando el respeto a los derechos
ciudadanos y su aplicación pretenden ignorarse y cercenarse, se impone
una resistencia civil activa de las mayorías, a través de
pronunciamientos y acciones populares lícitas, posibles y pacíficas.
Así
lo ha entendido el conjunto mayoritario que se pronunció por el NO a la
perpetuación en el poder y por el SÍ a la alternancia política. La
defensa de esa voluntad popular mayoritaria se halla inserta
indeleblemente en la conciencia ciudadana, desde el momento de conocerse
los resultados de esa forma de democracia directa.
En peligro
el reconocimiento a lo expresado en las urnas, los ex defensores del
pueblo Waldo Albarracín y Rolando Villena y la representante de la
Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de Bolivia,
Amparo Carvajal, en representación de la ciudadanía misma, acuden a la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ante la evidencia de
la violación masiva de los derechos de los bolivianos, mediante acciones
sistemáticas e ilegales del oficialismo que desconocen resultados del
voto popular que por su naturaleza son vigentes, obligatorios,
irrepetibles y vinculantes.
Así mismo es significativa la
decisión de los Comités Cívicos de alzar su voz de protesta y establecer
un paro ciudadano nacional el próximo 21. El mismo realce tienen las
exigencias de grupos de ciudadanos, sectores corporativos y comités de
defensa de la democracia, que cotidianamente y sobre el mismo orden, se
realizan en todo el territorio nacional. Por su parte, las huestes
oficialistas, marginando el cumplimiento de lo expresado en sufragio,
con el triste argumento que la victoria es producto de una mentira de
entre sábanas, asume una diversidad de acciones y protestas a la cual
más írritas, como propiciar la revocatoria del mandato del Alcalde
municipal de la ciudad de Cochabamba,
autoridad edil plenamente identificada con la postura y exigencia de
respetar la decisión plebiscitaria, resultando extraño que los
propugnadores de esta consulta no son precisamente vecinos de este
municipio, sino circunstanciales moradores.
Otra acción
intentada por el oficialismo en apoyo a la re, reelección es una marcha
de sus adherentes fijada para el mismo día y hora en que el sector
contrario programó la suya. Tal situación no tendría mayor trascendencia
si acaso no llevase la consigna oficial, públicamente expresada por el
Vicepresidente del Estado, quien textualmente instruye: “es necesario
unirse y movilizarse para enfrentar a las bandas racistas y fascistas”.
Tales
expresiones están muy lejos de contribuir a la paz y la concordia. Al
contrario, constituyen una especie de grito de guerra, que solo puede
llevar al enfrentamiento fratricida, con calamitosos resultados. De ahí
que resulta un imperativo categórico, en esta ruta crítica que
enfrentamos, en la cual parece que hasta la naturaleza se ensaña,
desplegar los mayores esfuerzos para eludir la provocación y el
desatino, manteniendo una conducta democrática que asegure la paz
social y la tranquilidad ciudadana.