Medio: La Razón
Fecha de la publicación: domingo 17 de febrero de 2019
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Actualmente, nuestro continente está sujeto a un proceso de reprimarización, porque nuestros países se han convertido en espacios atractivos para la inversión en el sector primario, así como de demanda por alimentos, hidrocarburos y minería, con excesiva concentración en commodities. En estas condiciones, además de promoverse un proceso de reprimarización paralelo a la desindustrialización, estos esquemas profundizan el agotamiento de la base de recursos naturales y la degradación ambiental.
Aplicado al campo de la política, esta concepción de la reprimarización como un retroceso en los modelos de desarrollo, implica también un retruque en la legitimación de la democracia. La situación primaria de la política consistiría en el predominio de formas de autoritarismo, de concentración y cooptación de poderes, de ausencia de participación y control ciudadano, de permisividad a la corrupción, de afectación a la libertad de expresión y de violación de los derechos ciudadanos. Como se ve son formas inconclusas o deformadas de democracia, pero podría tratarse también de sistemas dictatoriales antidemocráticos.
Dadas estas características, podríamos decir que se trata de democracias impostadas, es decir artificiosas, disfrazadas y simuladas, por lo que (sin querer hacer un juego de palabras) salir de este estado de democracia, políticamente equivaldría a un proceso de “sustitución de las impostaciones”, para legitimar democracias reales, a la altura del “demos” y del “kratós” griego con desconcentración del poder para distribuirlo entre los ciudadanos, para que sus consensos se guíen por reglas que garanticen una convivencia armónica. La sustitución de las impostaciones políticas implica construir un estilo de vida cuyas bases se encuentran en el respeto a la dignidad humana, a la libertad de expresión, de organización y de acción y a los derechos humanos individuales, colectivos y los de la naturaleza.
La democracia como modelo de gobierno, en el ideal de sustitución de las impostaciones políticas implica la profundización de las democracias representativas y su transición articulada a las participativas, para garantizar sociedades de bienestar y de justicia, con formas de redistribución equitativa, pluralismo, vivir bien de los pueblos e inclusión sin condiciones. El alejamiento de este camino podría implicar un retroceso en la democracia y un proceso de reprimarización de la política, por ejemplo cuando se violan los derechos de las personas, cuando el Estado deja de ser garante del buen vivir ciudadano, cuando el poder se hace represivo y las muertes se convierten en estadísticas, cuando se generalizan las permisividades al despilfarro y el lujo innecesario, cuando no existen luces de esperanza, o cuando procesos democráticos se manipulan para mantener privilegios.
Trabajar por la dignificación de la sociedad y de la democracia en nuestros tiempos implica evitar la reprimarización tanto de la economía como de la política, tecnificándonos, diversificando la producción, desconcentrando el poder y sustituyendo las importaciones y las impostaciones.