Medio: El Día
Fecha de la publicación: viernes 15 de febrero de 2019
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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El accionar y los procedimientos de los organismos internacionales que están llamados a intervenir y que fueron creados para preservar la paz y luchar por la democracia en el mundo, son demasiados burocráticos, lentos y llenos de recovecos jurídicos que tienden a beneficiar a tiranos y genocidas. No ayuda para nada la posición ambigua de muchas naciones, que si bien no apoyan a Maduro como lo hace Bolivia, por ejemplo, no hacen más que ponerle palos a la rueda de los que consideran que hay que avanzar más rápido y ponerle freno a la crisis humanitaria que vive hoy Venezuela.
El derecho internacional, el multilateralismo, los organismos internacionales, las comisiones y todas las instancias similares, existen en la actualidad precisamente para evitar que tipos como Maduro hagan de las suyas y para actuar antes que se conviertan en unos genocidas, de los tantos que han existido en la historia. Fueron creadas luego de la segunda guerra mundial con la finalidad de que no se vuelva a consumar un episodio tan doloroso y que tampoco surja un monstruo como Hitler, a quien la comunidad internacional trató con guante de seda, pensando que no se pasaría de ciertos límites.
Sin bien no se ha repetido ese horror que dejó más de 100 millones de muertos, sí se han dado casos como el genocidio ejecutado en la ex Yugoslavia a fines de los años 80 o la matanza de la etnia Tustsi en Ruanda, por citar los casos más recientes en un contexto de plena vigencia de las leyes internacionales, tribunales y cuando ya habían sido creadas numerosas agencias para la intervención en momentos de crisis. En el caso ruandés, que ocasionó más de un millón de asesinatos, todos miraron “de palco” cómo se gestaba y se consumaba esa carnicería humana. Las organizaciones, las grandes potencias, los muy civilizados europeos y los elegantes funcionarios de la ONU se enredaron en un sinfín de excusas burocráticas y cuando decidieron actuar, lo único que faltaba por hacer era enterrar a los muertos.
Esta invalidez de la que hablamos se ha visto con suma nitidez durante las sesiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en Sucre, cuyos representantes actuaron como aquel trío de primates de un famoso cuadro, con los ojos, la boca y los oídos tapados, como si no esté sucediendo nada extraño en este país. Tal vez esperan que la situación se agrave como en Venezuela, donde el drama de la gente empezó hace 20 años.
Esta invalidez se ha visto con suma nitidez durante las sesiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en Sucre, cuyos representantes actuaron como aquel trío de primates de un famoso cuadro, con los ojos, la boca y los oídos tapados, como si no esté sucediendo nada extraño en este país.