Medio: El Día
Fecha de la publicación: jueves 14 de febrero de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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El ser humano al nacer está libre de todos los infortunios y maledicencias de la vida, nace inmaculado e inocente porque su espíritu es como un libro en blanco, y el desarrollo y aprendizaje en su estadía transitoria sobre la faz de la tierra, es el encargado de llenar sus páginas. Todos los seres humanos sin importar su origen, condición social o color de la piel nacen libres e iguales en dignidad y derechos, tal como lo proclama la DUDH proclamada en 1948 y, al tener el daimon (conciencia del bien) debemos comportarnos fraternalmente los unos con los otros. Ello enaltece el respeto entre las personas, y, evidencia la tolerancia y comprensión.
Por lo tanto, estos principios esenciales en la coexistencia humana, hace que los seres humanos sean considerados ciudadanos universales con reconocimiento a sus derechos fundamentales en cualquier país del planeta, libre de discriminación, coacciones físicas o psicológicas, insultos y demás injurias contra su dignidad personal.
La misma ley lo prohíbe y es respaldada en la justicia. Por ello, nuestra Constitución Política boliviana expresa que la dignidad y libertad de las personas es inviolable y cualquier institución creada debe proteger los derechos humanos, porque éstos son anteriores a la creación estatal ya que nacen con la persona.
El que tiene ideas es fuerte, pero el que defiende sus ideales es invencible. Por lo tanto, jamás se podrá encandilar o hacer creer a un ser humano que es miserable e inútil, mientras él tenga la firme convicción que es útil y digno. Se lo podrá encadenar, azotar y amordazar, pero en su pensamiento brillará la defensa inclaudicable de lo que él considera correcto. Por eso, es que, la democracia expresada en la manifestación plena del pueblo, hace dignos tanto a los gobernantes y los ciudadanos que se someten a ella. Si los gobernantes no respetan la democracia como forma de gobierno y, ejecutan sus acciones al margen de la ley, se convierten en tiranos encerrados en un laberinto de atrocidades que con el correr del tiempo, generará convulsión social, confrontación, muerte y supresión del cargo, con los procesos judiciales correspondientes por violación a los derechos humanos. Cuando un político es digno y hace de su investidura un servicio público sin corrupción, lo convierte en un servidor público de clase. Si los funcionarios de un partido político en función de gobierno, y los que fungen como oposición sólo actúan al servicio de los intereses partidarios o personales, quiebran la dignidad y oscurecen su conciencia con el descrédito ciudadano.
Nuestros funcionarios políticos públicos deben representar mejor al pueblo que los eligió a través del voto popular. De lo contrario serán funcionarios rapaces que carcomen y roen del erario nacional cercenando las obras públicas que deberían crearse para el bien común.
En cualesquier institución pública y/o privada los que ejercen una función determinada, deben hacerlo con la máxima responsabilidad, excelencia ética y moral, así como humildad, sin creerse un quijote que menosprecia a la gente, porque él, sólo es un trabajador que actúa como funcionario público al servicio de la población y no viceversa.
Debemos siempre comunicar la verdad, luchar por la justicia dándole a la persona lo que le corresponde por ley, trabajando por el bien común, promoviendo y defendiendo los derechos humanos y dictando políticas públicas para el bienestar social porque son los pilares de la democracia del siglo XXI. Para ser funcionario-trabajador público-político, hay que tener el síndrome de servicio eficiente, coherencia, vocación y el anhelo de cumplir el deber con entusiasmo y convicción.