Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 13 de febrero de 2019
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Ejecutivo
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En esto coincide, por lo demás, gran parte de la comunidad internacional que, empero, también coincide en la urgencia de acorralar al régimen de Maduro para facilitar una transición democrática lo más rápido y menos violenta posible.
Recientemente, ocho países de la Unión Europea (UE) y tres de América Latina (Costa Rica, Ecuador y Uruguay) se comprometieron a establecer las garantías necesarias para “un proceso electoral creíble en el menor tiempo posible” y “permitir la entrada urgente de asistencia de acuerdo con los principios internacionales”. El documento no fue firmado por los otros dos participantes de la cita, Bolivia y México, que argumentaron no poder apoyar el llamamiento a elecciones por tratarse de un asunto de política interna.
El punto sensible de la crisis venezolana en los últimos días es la decisión del gobierno de Maduro de impedir la entrada de ayuda humanitaria.
El Gobierno de Bolivia no sólo ha sido enfático en su apoyo incondicional al régimen de Maduro, sino que el presidente Evo Morales viajó hasta Caracas a inicios de este mes para reunirse con su par venezolano.
El mandatario boliviano tuiteó que durante el encuentro le manifestó su apoyo y reiteró que Bolivia apoya el diálogo para evitar enfrentamientos. “Nos reunimos con el hermano presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y le expresamos todo nuestro apoyo ante el golpismo intervencionista del imperio que pretende adueñarse del patrimonio venezolano, violando el derecho internacional. Bolivia apoya el diálogo para evitar enfrentamientos” (sic), escribió en Twitter.
Sin duda la afinidad entre los gobiernos de Bolivia y Venezuela no tiene objeciones, pero la situación que atraviesa nuestro vecino obliga a que se revise este apoyo ciego que, por un lado nos muestra como ingenuos e insensibles ante la crisis por la que atraviesa ese pueblo, y por el otro nos aísla de la comunidad internacional y de su análisis, lo que sólo puede perjudicar al país y al propio Evo Morales.
No avalar una intervención militar no significa ignorar los atropellos a la democracia y los derechos de las personas que se están gestando en Venezuela.