Medio: El Día
Fecha de la publicación: lunes 11 de febrero de 2019
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Conviene destacar que los propósitos de cada una de estas organizaciones emergentes confluyen hacia la solución de la crisis de Venezuela, siempre desde una óptica genuina y acorde con criterios no solo políticos, sino también de índole humanitaria. Existe un apoyo dividido por una intervención militar, opción extrema que en el horizonte aparece como inevitable. Por otra parte, la opción de una salida de Maduro y la convocatoria a elecciones generales e inmediatas pretende que se retorne a una hipotética paz en medio de una declaración de ejercicio de plena democracia. Sin duda, tales opciones tienen fortalezas y debilidades. La primera, de carácter geopolítico, resulta peligrosa. La segunda tropieza con la postura rígida del régimen venezolano.
Sin embargo, tales propuestas de solución dejan al régimen caribeño sin mayores opciones, lo que puede explicar su endurecimiento y cariz confrontador de cara a una crisis que requiere de un mayor y delicado tacto, al menos desde la experiencia histórica que ha dejado el intervencionismo militar y desde la perspectiva que ofrecen las actuales circunstancias políticas y económicas de orden planetario. Se trata, por sentido común, de encontrar la vía alternativa a la solución bélica y al desalojo, sin más, del régimen venezolano. El Mecanismo de Montevideo ha propuesto elecciones generales con fuerte monitoreo internacional, de manera que se desactiven los resortes que llevan a la escalada de violencia en Venezuela y sus graves efectos en la región.
Para que esta opción resulte válida, se ha enfatizado en la ineludible condición de garantizar la participación de todas las fuerzas políticas en esas elecciones generales, de modo que el chavismo opositor, que también existe, se manifieste en toda su magnitud, mientras las agrupaciones opositoras al régimen demuestren su fortaleza ante la nueva oportunidad democrática generada por el contexto internacional. Sería deseable que el debate entre los actores de la política internacional desemboque en acciones concretas que eviten la confrontación bélica. Resulta razonable esperar se impongan la cordura y la sensatez en las propuestas de solución a la crisis de Venezuela. Casi todos coinciden que es la opción válida para evitar la guerra anunciada.
El planteamiento de un diálogo inmediato entre los involucrados -oposición y chavistas- en la crisis de Venezuela, la negociación y búsqueda de puntos en común, la construcción y suscripción de acuerdos y la implementación de compromisos, impresiona como una propuesta que debe valorarse en el marco de una auténtica preocupación de los países de la región y de la expectativa del concierto internacional, que no es ajeno a las actividades de lograr la estabilidad de Venezuela. Sin duda, el Grupo de Lima y el Grupo de Contacto Internacional también tendrán que decantarse por el mal menor como la mejor opción, que en definitiva es la que encarrilará soluciones pacíficas para casos similares que se pueden resolver por la vía del diálogo y las elecciones.
Sería deseable que el debate entre los actores de la política internacional desemboque en acciones concretas que eviten la confrontación bélica en Venezuela y encarrilen soluciones pacíficas para casos similares que pueden resolverse por la vía del diálogo y las elecciones.